Una niña de diez años deja la tribu tártara en que nació, al ser adoptada por un matrimonio alemán. Ya adulta, regresa en visita turística a los escenarios de infancia y rememora la historia de su pueblo, sin renunciar por ello a la identidad europea adquirida al crecer. La obra, primera de su autora, sorprende por su cuidada elaboración y la consistencia y riqueza de su contenido. La acción, que se desarrolla a base de cruces espaciotemporales, el estilo, la ambientación y los personajes están equilibrados y mantienen el interés. Subyace la convicción de que el mestizaje cultural es posible, sin que signifique ningún tirpo de pérdida o traición.
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Los pueblos que habitan el Asia central denominan kuraj a las matas secas que el viento levanta y hace rodar por la estepa. En ese paisaje agreste y despojado, nace Naja, protagonista y narradora de esta novela, en el seno de un clan de pastores nómadas descendientes de los mongoles. Su infancia se ve truncada en plena segunda guerra mundial, cuando Ul'an, su padre, cae prisionero en Stalingrado y, moribundo, la da en adopción al oficial alemán con quien comparte sus últimos días. En 1947, a los nueve años, Naja, la narradora y protagonista de esta historia, es trasladada desde la estepa de Uzbekistán, donde hasta entonces había vivido, a una Alemania todavía devastada por la guerra. Ul’an, el padre de Naja, deja a su hija a cargo del oficial alemán Günther Berger, con quien había combatido contra la Rusia de Stalin, y Naja debe integrarse en una familia y en una sociedad desconocidas y afrontar, entre otras cosas, la disimulada hostilidad de la nueva madre o la conversión forzosa al catolicismo. De la voz de Naja conoceremos no sólo sus peripecias durante la infancia y las vicisitudes de una mujer para encontrar su lugar en el mundo, sino también la memorable reconstrucción coral de la derrota alemana en Rusia. Con gran sabiduría, Silvia di Natale ha escrito una novela llena de personajes y de sucesos, de vidas que van entrelazándose, y que habla de guerra y de paz, de pueblos y de ejércitos que huyen, de hombres y mujeres que no olvidan y a quienes el lector no olvida.