Es éste un libro sobre la Primera Guerra Mundial. No es, sin embargo, un libro sobre qué fue esa guerra —es decir, sobre sus causas, su progreso, su final y sus consecuencias—, sino un libro sobre cómo fue. Lo que el lector encontrará aquí no son tanto factores como personas, no tanto procesos como impresiones, vivencias y estados de ánimo. Lo que he intentado reconstruir, más que el curso de unos acontecimientos, es un universo emocional. El lector seguirá de cerca a veinte individuos, personajes reales todos, por supuesto (no hay en este libro nada ficticio, su contenido se basa en los documentos de diversa índole que dichas personas dejaron), rescatados del anonimato o del olvido, situados en las capas más bajas de la jerarquía. Y aunque en la conciencia colectiva la Primera Guerra Mundial haya pasado a convertirse —no sin razón— en sinónimo del barro de las trincheras del frente occidental, muchos de estos protagonistas se hallan en otros campos de batalla, como son el frente oriental, los Alpes, los Balcanes, África del Este o Mesopotamia. Mayoritariamente se trata de gente muy joven, hombres y mujeres de unos veinte años nada más. De esta veintena de personajes dos caerán en combate, dos serán tomados prisioneros, dos se convertirán en héroes homenajeados y dos acabarán siendo, físicamente, unas piltrafas. Varios de ellos reciben la guerra con los brazos abiertos pero aprenden a aborrecerla; algunos la aborrecen desde el primer día; otro la ama de principio a fin. Uno de ellos perderá literalmente la razón y dará con sus huesos en un hospital psiquiátrico; otro no llegará a oír ni un solo disparo. Y así sucesivamente. Pese a todas las diferencias en cuanto a destino, roles, sexo y nacionalidad les une el hecho de que a cada uno de ellos la guerra les robó algo: la juventud, las ilusiones, la esperanza, la humanidad; la vida.