Leyendo la introducción de este ensayo de Guardini me ha venido a la memoria aquella frase del libro primero de la Metafísica de Aristóteles: "muchos recuerdos de una misma cosa constituyen una experiencia". A lo mejor por aquello que afirma tan tempranamente nuestro autor de que "ningún creyente puede comprenderse a sí mismo sino en la fe". Es decir, recordando cómo fue iniciado en ella, cuál es su estructura y contenido y cómo está situado vitalmente en ella o qué puede aportar de su experiencia íntima de la fe.
Nos sorprende Guardini por la honda seriedad y firmeza con que aborda los temas de este estudio. Hay una ascética sobriedad en la exégesis de los textos sagrados, un sortear siempre que le es posible los tecnicismos teológicos y una contrastada fidelidad a su discreto método fenomenológico. El resultado es una lúcida exposición de la fe como don de Dios al hombre, que comporta una respuesta vital de éste a Dios en las distintas encrucijadas en que su pericia personal le coloca: el trabajo, el amor, la vida social, la esperanza. Pulcramente editado por Belacqua, tenemos aquí otra muestra del mejor Guardini: el buscador incansable de la unidad perdida, pero añorada, del hombre de nuestro tiempo