Tres conferencias de Viktor E.Frankl, pronunciadas en Salzburgo, en 1957, en un ciclo sobre la Contribución de la Psicoterapia al concepto de hombre. Sirven de Prólogo y Epílogo otras dos conferencias del mismo autor, pronunciadas en los Estados Unidos en 1980. La primera lleva por título "Hacia una re-humanización de la psicoterapia" y la segunda recoge el Discurso de apertura del Primer Congreso Mundial de Logoterapia, celebrado en San Diego, California, en noviembre de ese mismo año.
Edición | Editorial | Páginas | ISBN | Observaciones |
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1984 | Ediciones Rialp, S.A. |
206 |
84.321.2204.1 |
Edición inicial alemana en 1959. Incluye bibliografía sobre la Logoterapia. |
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Viktor Frankl se formó en las
Viktor Frankl se formó en las escuelas de psiquiatría de Viena, las de Freud y Adler, que habían tratado las neurosis. Frankl señala un nuevo tipo de neurosis que aflige al hombre moderno: la frustración por falta de sentido de la existencia. Las manifestaciones de esta neurosis oscilan entre la hiper-reflexión (propia de la enfermedad mental) y la superficialidad, entre la actuación compulsiva y la depresión, por fin, entre la búsqueda desordenada del placer y la desesperación.
Como terapia Frankl propone un cambio de actitud en el paciente hacia valores que están a su alcance como la creatividad y el amor. Hay que señalar como Frankl no habla simplemente de trabajo sino que utiliza la palabra creatividad, la cual introduce un matiz personal e incluso vocacional. Se trata de hacer salir al sujeto de sí mismo y orientarle hacia un mundo de personas y cosas valiosas. El autor lo llamó Logoterapia. Logos es una palabra griega que se puede traducir como razón, afirmación e incluso como sentido común. Toda psicoterapia –señala el autor- lleva consigo una antropología; para liberarse de la frustración existencial habría que empezar a renunciar al nihilismo como filosofía.
Frankl nos habla del “homo faber”, que se mueve entre el éxito y el fracaso; del “homo amans”, capaz de perderse en el laberinto de los sentimientos y el placer, olvidando que lo más importante del amor está en la entrega de uno mismo, y, finalmente, del “homo patiens”, que no encuentra sentido a su dolor y por lo tanto a su vida. En algún lugar del libro se cita el ejemplo de Job. El autor afirma que el sufrimiento aceptado puede tener más valor, conducir más a la plenitud, que el amor o el trabajo. El sufrimiento no es un síntoma neurótico; sí lo es en cambio el rechazo radical del mismo, que al final no hace más que agudizarlo.
Niega que su terapia sea una terapia religiosa, pero también se opone a los autores, entre ellos Freud, que consideran la religión como una neurosis de transferencia. Considera que el ámbito propio de la religión y la psicología son distintos (recordamos aquí, “sensu contrario”, a Tony de Mello) y que la religión puede servir de ayuda en una terapia. La enfermedad neurótica –advierte- no descalifica a la persona en los aspectos espiritual y moral; se puede ser íntegro moralmente, saberse salvado e interrogarse sobre el sentido de la existencia. Es pertinente de nuevo el ejemplo de Job.
El libro no es de fácil comprensión y requiere varias lecturas de desbroce hasta llegar a lo esencial. La impresión que da es la de que falta algo: Frankl se resiste a facilitar al lector definiciones y conceptos que faciliten la comprensión, empezando por el propio de logoterapia que, como hemos visto, nos remite a una palabra griega con varios significados. No obstante es un libro valioso en materia de psicología y psiquiatría.