La época medieval es considerada generalmente como una era de pura intolerancia. La persecución de los herejes se llevó a cabo con un método y rigor que la misma antigüedad cristiana desconocía. El Papado, pretendiendo conseguir la más estricta unidad religiosa, recurre en su lucha contra la herejía a una institución nueva cuyos orígenes se remontan al siglo anterior pero que no se organizó hasta el segundo cuarto del siglo XIII. En 1229, en el concilio de Tolosa, se encuentra el origen de la Inquisición, por haber establecido oficialmente un tribunal extraordinario formado por jueces delegados del pontífice encargados de juzgar a los herejes. En el caso de la Inquisición española, sus orígenes se sitúan entre 1478 y 1520.
En este libro, el autor analiza la Inquisición española dentro de la evolución histórica de España ya que hasta ahora siempre se ha estudiado como una institución aparte. Por tanto, analiza cómo ha influido en la sociedad y deduce que es la propia sociedad la que era inquisitorial.
Comentarios
El trabajo del catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid adolece, a mi modo de ver, de una carencia fundamental: el sentido primordial de la fe en la Historia de España. No es posible entender muchos de los hechos históricos sin tener en cuenta la raíz de la fe, tanto personal, como de elemento capital de cohesión entre los españoles. En el siglo XVI, la salvación del hombre era el fin tanto de la Iglesia, como del Estado, como de la gran mayoría de los españoles. Una fe que era el camino de salvación, lo cual para una cultura en la que la esperanza de vida era baja, y acostumbrada a la experiencia de la muerte, tenía un valor enorme. Pues la otra vida estaba muy cercana. Cuando se pierde esa óptica, o no se percibe, los autores, como es el caso de Martínez Millán, recurren a grupos de poder, como motor de la historia. Evidentemente que existían luchas por el poder, pero sin la fe cristiana, esas explicaciones quedan mancas.