Elías Canetti creció a orillas del Danubio, en el abigarrado mundo balcánico, entre búlgaros, griegos, albanos, rumanos, armenios, rusos y gitanos. Canciones turcas y viejos romances españoles acompañaron sus primeros pasos en el seno de una próspera familia judía sefardí. Dos pasiones tempranas marcaron su vida: la figura de su madre y el amor por la literatura que ella le transmitió.
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En su condición de primer volumen de la trilogía que Elias Canetti, premio Nobel de Literatura 1981, consagrara a sus memorias, La lengua absuelta cubre el período que transcurre entre 1905, con sus primeros recuerdos de infancia, y 1921. El libro se estructura en cinco partes, que identifican las diferentes ciudades en que transcurre su infancia y adolescencia, periplo de formación que Canetti ordena en capítulos en función del lugar en que fija su residencia para proseguir sus estudios. Con su nítida y vibrante prosa, que mantiene en todo momento la tensión de lo irrepetible, Canetti revive sus recuerdos más remotos, en un intento por encontrar, en la propia vida, la intrincada verdad que sólo nace del relato. Tras haber vagado durante décadas de escritura entre millares de mitos, fábulas y tramas, Canetti vuelve en estas páginas a la historia más secreta y enigmática: esta sucesión de diferentes lugares, con su propia historia, su atmósfera y malestar, son de hecho la recuperación de la memoria a través de la palabra que esboza desde la experiencia singular las coordenadas del ser humano en el siglo XX.