Un joven teniente austriaco es invitado a una fiesta. Durante su transcurso invita a bailar a la hija inválida del dueño de la mansión. A partir de este incidente, establece una relación con la hija que da lugar a un malentendido amoroso.
Se suele hablar mucho de la novela como entretenimiento y poco, muy poco, de la novela como entrenamiento. Sin embargo, las historias que las novelas nos ofrecen son un buen lugar, a modo de "simuladores de vuelo", para experimentar conductas, calcular efectos, afinar mecanismos de relación social, aprender reglas de comportamiento, descubrir estrategias o medir riesgos.
Tarde o temprano, en cualquier vida, la piedad, como una tentación o como una oportunidad, se cruzará en nuestro camino y acaso convendría estar preparados, entrenados, para ese tropiezo que puede cambiar vidas propias y ajenas. Para eso, además de parar disfrutar con la lectura de una buena obra literaria, podría servir esta novela. Pues algo semejante le ocurre al teniente austríaco que la protagoniza: destinado en un regimiento de provincias, entre en contacto con la burguesía local y es invitado a uno de los bailes con que la vida provinciana se distrae y relaciona. En un momento dado invita a bailar a una joven delicada, tenue, con su vestido azul pálido, y el mundo se le cae encima: la joven, hija del dueño de la mansión, está impedida, inválida. A partir de ese incidente establece una relación con ella, que acaba por crear un espacio para el malentendido amoroso, sin que el teniente sepa cómo detener la bola de nieve que su gesto puso en marcha.
Stefan Zweig, nos cuenta que hay una clase de piedad débil y sentimental, que no es más que impaciencia del corazón por librarse lo antes posible de la embarazosa conmoción que padece ante la desgracia ajena. Sobre los engaños, daños, marañas, aspiraciones ocultas y compromisos no deseados que puede despertar esa piedad, trata esta novela.
El personaje de esta novela queda atrapado en un sentimiento de piedad que le hace comportarse de manera caritativa y compasiva hasta hacer depender a la enferma de esa piedad que ella desea que sea amor. Ante la discrepancia de sentimientos, piedad y amor, surge el conflicto interno en estos dos personajes hasta límites insospechados.
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Se suele hablar mucho de la novela como entretenimiento y poco, muy poco, de la novela como entrenamiento. Sin embargo, las historias que las novelas nos ofrecen son un buen lugar, a modo de "simuladores de vuelo", para experimentar conductas, calcular efectos, afinar mecanismos de relación social, aprender reglas de comportamiento, descubrir estrategias o medir riesgos.
Tarde o temprano, en cualquier vida, la piedad, como una tentación o como una oportunidad, se cruzará en nuestro camino y acaso convendría estar preparados, entrenados, para ese tropiezo que puede cambiar vidas propias y ajenas. Para eso, además de parar disfrutar con la lectura de una buena obra literaria, podría servir esta novela. Pues algo semejante le ocurre al teniente austríaco que la protagoniza: destinado en un regimiento de provincias, entre en contacto con la burguesía local y es invitado a uno de los bailes con que la vida provinciana se distrae y relaciona. En un momento dado invita a bailar a una joven delicada, tenue, con su vestido azul pálido, y el mundo se le cae encima: la joven, hija del dueño de la mansión, está impedida, inválida. A partir de ese incidente establece una relación con ella, que acaba por crear un espacio para el malentendido amoroso, sin que el teniente sepa cómo detener la bola de nieve que su gesto puso en marcha.
Stefan Zweig, nos cuenta que hay una clase de piedad débil y sentimental, que no es más que impaciencia del corazón por librarse lo antes posible de la embarazosa conmoción que padece ante la desgracia ajena. Sobre los engaños, daños, marañas, aspiraciones ocultas y compromisos no deseados que puede despertar esa piedad, trata esta novela.
El personaje de esta novela queda atrapado en un sentimiento de piedad que le hace comportarse de manera caritativa y compasiva hasta hacer depender a la enferma de esa piedad que ella desea que sea amor. Ante la discrepancia de sentimientos, piedad y amor, surge el conflicto interno en estos dos personajes hasta límites insospechados.