En la mitología persa, sangue sabur, «la piedra de la paciencia», es una piedra mágica a la que uno le cuenta sus desgracias, sus sufrimientos, sus miserias, para confiarle todo lo que no nos atrevemos a revelar a los demás… La piedra escucha, absorbe como una esponja todas las palabras, todos los secretos, hasta que un buen día explota… Y ese día, uno queda liberado.
En esta novela, localizada «en alguna parte de Afganistán, o en cualquier otro lugar», la piedra de la
paciencia es un hombre tendido en un colchón en el suelo, en estado vegetativo a causa de una bala alojada en la nuca. A su lado, su mujer reza por él, le atiende y le habla, mientras en las calles pasan los carros de combate y se suceden los disparos. No sabe si puede oírla, pero la mujer le reprocha haber consagrado su vida a la Guerra Santa, y le desvela, llena de rabia y desesperación, lo que nunca se atrevió a decirle: sus deseos, miedos y frustraciones, y sus secretos más ocultos. La piedra de la paciencia explotará…
Comentarios
A pesar de tratarse prácticamente de un monólogo de la mujer ante el marido-vegetal, no resulta tediosa ya que en todo momento estan aflorando los sentimientos de una mujer atormentada por lo que parece fundamental en un matrimonio: el diálogo. Sus desahogos resultan dolorosos y vierte en su marido-piedra-vegetal todos sus rencores y desazones que lleva dentro. Incluso sorpende el léxico que en ocasiones se permite y que nunca usaría ni siquiera con amigas. Quizás lo haya incluido el autor para enfatizar en el desahogo de la mujer aprovechando que nadie la oye. A este lector le resulta doloroso también el que tengan "solo" una piedra a la que contarle sus penas, máxime si se lleva esta situación al plano trascendente. Merece la pena destacar la fidelidad de la esposa, que a pesar de todo permenece atenta junto a su marido, pequeños escarceos aparte que no hace por diversión. Obra interesante, de facil lectura y con un ritmo adecuado que agrada.