Diario íntimo de un maestro que ha perdido a la mujer que amaba, que daba sentido a su vida. Los recuerdos primero, la esperanza después, ayudan a exorcizar el dolor, apelando a la memoria para celebrar los efímeros instantes de felicidad que con las nuevas experiencias vividas van convirtiendo la ausencia en plena presencia.
Comentarios
Este francés es fantástico. Ya he comentado en esta barra dos libros suyos, El Pórtico, novela excepcional, y El primer trago de cerveza, libro de ensayos brillante. La Quinta estación no es exactamente una novela. Tampoco un ensayo; es un poema, un poema de amor, uno de los poemas de amor más bellos que he leído últimamente.
Lo más asombroso de Delerm es su capacidad de celebrar, de gozar, de entusiasmarse con esos "efímeros instantes de felicidad", como dice la contraportada. Esto se aprecia en los tres libros suyos que he leído. Quizás me gustó más El Pórtico, quizás no. El primero, como novela, es más redondo, aunque el fondo muy similar. El segundo, puro lirismo, fiesta sensitiva, más cuidado estilísticamente. Es un libro con color frambuesa, según el narrador. A mí me parece que tiene color pomelo, tan rico, tan amargo... Pero pensándolo mejor, su color puede ser amarillo limón, pues su posible amargor, su cercanía al color chocolate, al color café azucarado se lo otorga la esperanza, la esperanza en la quinta estación que vendrá y en la ausencia que es plena presencia, durante el invierno y el otoño, la primavera y el verano.