En este libro se narra el comienzo y desarrollo de la labor apostólica realizada por las mujeres del Opus Dei en países del sudeste asiático entre 1965 y 1995.
La vanguardia del Oriente era una expresión usada por san Josemaría para referirse a Filipinas como epicentro de la expansión del Opus Dei en Asia. Y así fue: poco después de su muerte, desde allí se comenzó en Hong Kong (1982), Singapur (1983), Taiwán (1984) y Macao (1990).
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Relato ameno y emotivo sobre
Relato ameno y emotivo sobre la expansión y la labor del Opus Dei en los países de Oriente. Escrito en primera persona, la autora narra en él sus vivencias y sus recuerdos de tres largas décadas, apoyándose especialmente en las cartas privadas que, de forma asidua, escribía a sus padres: de 1965 a 1995, se relata la expansión de la Obra sobre territorios inhóspitos en condiciones muy difíciles.
Así pues, encontramos un relato directo, de primera mano, en el que se va desgranando el día a día para poder comprender una tarea ardua, difícil y peligrosa: la narración abarca desde la llegada de las primeras numerarias en 1965 y de la propia autora en abril de 1968, hasta la segunda visita del Papa Juan Pablo II a Filipinas en 1995. De esta manera, se van sucediendo hechos de la vida “cotidiana” (en los primeros años, la creación de centros de la Obra como Mayana, Tanglaw y Makiling; el espíritu de servicio y la importancia de la casa, de la limpieza, de la comida, para que todo estuviera siempre en su punto); y unidos a ellos, se relatan momentos históricos muy importantes para la expansión de la Iglesia, como la visita de Pablo VI en noviembre de 1970 a Manila, ya que fue la primera vez que un pontífice visitaba Filipinas.
Con abundantes citas de san Josemaría sobre las vocaciones y la labor en Oriente, se pone de relieve su paciencia, su fortaleza y su confianza siempre en Dios, hasta su muerte en junio de 1975 y las gracias que se produjeron entre mucha gente tras su fallecimiento. Igualmente sobresale en los hechos narrados la figura del entonces Prelado del Opus, el Beato Álvaro, que vio cumplido su deseo de viajar a los países de Oriente. Ante la Virgen de Santipolo en Manila, adornada con enormes ramos de rosas rojas, pronunció estas preciosas palabras: “Al ver estas rosas, he pensado en la unión de corazones de todos los miembros de la Obra, todos bien apiñados, unidos al Señor por medio de la Santísima Virgen. Ella también tiene entre sus manos una rosa, como si fuera el único corazón, en el que se unen todos nuestros corazones” (p.125).
Narra este libro-testimonio
Narra este libro-testimonio los comienzos de la labor de las mujeres del Opus Dei en Filipinas y su espléndido desarrollo posterior hasta 1992.
La autora viajó a trabajar y ayudar en la labor apostólica un año después de que comenzaran las primeras, y su testimonio se basa principalmente en sus recuerdos y en el conjunto de cartas que remitió a sus padres desde el lejano archipiélago para contarles su vida y la marcha del trabajo que realizaba. Su padre conservó previsoramente esas cartas que constituyen un testimonio vivo y elocuente de lo que se puede considerar como una epopeya de la nueva evangelización en los tiempos modernos, comparable a la de los primeros evangelizadores del oriente.
Narra la fecundidad del mensaje de santificación en la vida ordinaria de San Josemaría en las gentes del archipiélago filipino, que veía el profundo arraigo de la fe cristiana entre los filipinos dentro del plan providente de Dios en la historia: ellos serían los que se encargarían de llevar el mensaje salvador de Cristo a los países del Extremo Oriente y de toda Asia, y en concreto, los que se sintieran llamados al Opus Dei, enseñarían a encontrar a Cristo en la santificación del trabajo en medio del mundo, según el espíritu del Opus Dei.
La autora narra con frescura y naturalidad primero el crecimiento de la labor apostólica en Manila, luego en Hong-Kong, Singapur, Taiwan, Macao, Corea… y en otras de las principales ciudades de los archipiélagos de Luzón, las Visayas y Mindanao: Cebú, Davao, Ilo-Ilo, Bacolod…
Junto con las personas, surgen también labores apostólicas de formación y capacitación profesional de la mujer, la Universidad de Asia y del Pacífico, la Clínica universitaria, e importantes labores sociales fruto del impulso del Beato Álvaro en su viaje a estas tierras en 1987. La autora ha trabajado especialmente en la formación profesional en las tareas del hogar, que ocupan un espacio particular en el libro. Destacan también los viajes apostólicos de San Juan Pablo II y el Beato Álvaro del Portillo al sudeste asiático.