El inspector Erlendur, de la policía de Reikiavik, investiga la muerte de un anciano en su casa del barrio de las Marismas. Le habían matado a golpes con un pesado cenicero, y su asesino dejó junto al cadáver un incomprensible mensaje de tres palabras. La novela está elaborada con una técnica clásica y escrita de modo claro y correcto, a base de frases cortas, y el protagonista se apoya más en su experiencia e intuición que en los adelantos de la policía científica. Algunas referencias a su solitaria vida privada sirven para darle un toque humano y de cercanía al lector.
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Otro digno novelista policiaco, que recuerda a Henning Mankell. El policía Erlendur intenta mantenerse a flote en medio de cierta perplejidad moral. Está solo, sin apenas familia y el entorno social (Islandia) es desolador también.
Los crímenes a los que se enfrenta son bastante sórdidos. La investigación permite recomponer no sólo las circunstancias del crimen sino el pasado de la víctima y sus relaciones sociales. Todo es triste pero las novelas son amenas. He leído dos novelas del autor: "Las marismas" y "La voz" y ambas comparten estos rasgos.