Las solidaridades misteriosas

Claire, una mujer de cuarenta y siete años en la cima de su carrera profesional, abandona su trabajo, su apartamento en París y todo lo que hasta entonces ha conformado su vida para regresar al pueblo de Bretaña donde creció. Allí reencuentra por casualidad a la profesora de piano de su infancia, quien le propone irse a vivir con ella. Poco a poco se reinstala en el lugar, reencuentra su primer amor y establece una profunda relación con su hermano menor.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2012 Galaxia Gutenberg
208
978-84-15472-28-5
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Imagen de Azafrán

“Me maravillaba la solidez del vínculo que les unía. Hiciesen lo que hiciesen el uno o la otra, nada podría alterar el cariño que se tenían. Ni el hermano ni la hermana querían examinar nada de lo que el otro hubiera hecho en el curso de sus trabajos, matrimonios, renuncias, divorcios. Y sobre todo, en ningún caso hubieran pretendido juzgarlo. El sentimiento que reinaba entre ellos dos no era amor. Tampoco era una especie de perdón automático. Era una solidaridad misteriosa (…)” Págs. 151-152
(…) las mujeres no desean a los hombres como los hombres se desean entre ellos.
Las mujeres no son verdaderamente sensibles a la belleza increíble de su sexo.
Las mujeres tampoco seducen a los hombres para sustraerles el poder, ni para ejercerlo bajo mano, ni para domesticarlos, ni para sacarles su dinero, ni para adquirir lo que desean.
Las mujeres ni siquiera quieren hijos de los hombres a los que abrazan para reproducirlos, ni para reproducirse a ellas mismas, ni con el proyecto de saciar su venganza lanzando a sus hijos a la conquista del mundo.
Las mujeres ni siquiera pretenden de los hombres una casa en la que aburrirse con ellos y donde envejecer.
Las mujeres necesitan a los hombres para que ellos las consuelen de algo inexplicable.” Pág. 158

Claire, Simon, Paul, Paul, Juliette, Jean y otros personajes secundarios alzan sus voces para intentar describir lo que ocurre en su interior. Una descripción sinestésica, a través del paisaje, de la landa bretona, del mar que muere sereno en bancales arenosos o que golpea y hiere la roca hasta arrancarle sus quejidos, incluso la vida.
Bello, no puede ser más bello, más lírico. Descripciones de un paisaje en las que quedan impresos los girones de los sentimientos de una mujer, Claire, y de su hermano. Y de las relaciones que sostienen con los otros habitantes de los pueblos bretones en los que se localiza la novela. Una mujer que no pasan inadvertida: física y mentalmente notoria. Inteligente y con una vida nada común. Su pasado y su presente queda patente a los ojos de los vecinos. No oculta su pasión por un hombre casado; ella ha abandonado a su marido y a sus dos hijas. También abandonó sus éxitos profesionales para refugiarse en la landa bretona.
Ella y su hermano, huérfanos, a su vez fueron abandonados por su madre. Quizás este hecho justifica ante sus vecinos sus reacciones; el escritor intenta así justificarlos ante el lector también.
Su hermano Paul, abandona su exitosa y lucrativa actividad inversora y de negocios y se instala también con su hermana en la Bretaña. Es un homosexual que encuentra su otro yo en la persona del sacerdote del lugar. Esta relación debería escandalizar al Obispo; sin embargo, les da su bendición y les pide que sean discretos.
Simon, un hombre social y económicamente bien situado, antiguo amante de Claire, no sabe renunciar al placer y vive la angustia de la infidelidad a su mujer y a su hijo. Termina por suicidarse.
Todo este caos de sentimientos y búsqueda del placer por encima de convenciones sociales, por encima de relaciones familiares, incluso de la religión católica, es presentado al lector de una forma delicada y sensual; el lector se introduce en un ambiente de sensibilidad tan liviana que no llega a percibir la trascendencia del relato: el nihilismo, el progresivo deterioro personal, la destrucción apenas perceptible pero constante… Todo ello queda patente en el deterioro que sufre la granja en la que ambos hermanos y Jean, el sacerdote homosexual, comparten.
El relato se construye con las voces de los personajes que nos trasmiten distintas perspectivas de los mismos hechos. No siempre complacientes. Algunas opiniones muestran opiniones contrarias. Pero, el resultado, es un canto al amor desbocado y a la locura que termina con la muerte de Claire, ya anciana y enajenada.