En los años previos del apartheid, el destino de dos padres, un pastor anglicano negro y un terrateniente blanco, se cruzan por un trágico suceso.
La belleza de la tierra sudafricana llena toda esta novela y se convierte en una de sus principales protagonistas. Ambientada en los años previos a la instauración del apartheid, el autor nos narra el destino de dos padres, un pastor negro anglicano y un terrateniente blanco, que se cruza a causa de un trágico suceso. El anciano Kumalo se ve impelido a dejar su pequeña iglesia local en las colinas para adentrase en la confusa y tensa Johannesburgo de finales de los 1940 en busca de su hijo Absalom...
Un relato que llega directamente al corazón y que inspira una fe renovada en la dignidad del hombre. Un auténtico clásico, apasionadamente africano, intemporal y universal, y sobre todo una historia sobre la abnegación de un padre.
"Es la novela más influyente de cuantas se han escrito en Sudáfrica y jugó un gran papel en la toma de conciencia popular... Hizo comprender que el apartheid no era simplemente una ignominia abstracta, sino una distorsión de las relaciones humanas, del propio espíritu humano".
Nadine Gordimer, premio Nobel sudafricana
Comentarios
Existe un fuerte contraste en esta novela. Por un lado, el tema es duro, podríamos decir que triste. Por otro lado el ambiente creado por los personajes es sumamente amable. Quizá este choque de sentimientos es lo que hace que sea muy atractiva, aunque también contribuye a ello el modo original de escribir. El tema interesa de principio a fin, y no es fácil saber cuál será el desenlace. Tiene un interés grande el hecho de entrar en un ambiente y una temática muy desconocido habitualmente por el lector, que sorprende y ayuda a meditar sobre las situaciones que se dan en Sudáfrica en esa época.
La historia en Sudáfrica
A finales del siglo XV, los portugueses rodeaban África en su ruta marítima a la Indias. Pero fue el holandés Jan van Riebeeck, quien en 1652, estableció un puesto de avituallamiento en el cabo de Buena Esperanza para la compañía holandesa de las Indias Orientales. Poco a poco, llegaron campesinos holandeses que se establecieron en la actual Sudáfrica. Los colonos, para aliviar la escasez de trabajadores en el Cabo, se trajeron esclavos de Indonesia, Madagascar e India. Los descendientes de estos esclavos, que a menudo se casaron con colonos holandeses, constituyeron casi la mitad de la población de la provincia del Cabo Occidental. La población granjera de origen holandés era conocida con el término “bóers”.
Gran Bretaña ocupó el área del cabo de Buena Esperanza en 1797. Los holandeses declararon la bancarrota y los británicos se anexaron la Colonia del Cabo en enero de 1806. Debido a la presión de las sociedades abolicionistas de Gran Bretaña, el parlamento británico primero paró su comercio de esclavos en 1806, para posteriormente abolir definitivamente la esclavitud en todas sus colonias en 1833.
Los descubrimientos de diamantes en 1867 y el oro en 1886 animaron el crecimiento de la economía y la inmigración, lo que intensificó la subyugación de los nativos.
Los bóeres resistieron con éxito el asedio de los británicos en la primera guerra bóer (1880-1881), basada en tácticas que aprovechaban mejor las condiciones locales. Por ejemplo, los bóeres llevaban ropa caqui, del mismo color que la tierra, mientras los británicos llevaban brillantes uniformes rojos, haciéndoles objetivos más fáciles para los tiradores Bóer.
Durante la segunda guerra Bóer (1899-1902) los británicos regresaron con los mismos tipos de uniformes pero en mayor número. El intento de los Bóer para aliarse con los alemanes de África del Sudoeste fue otra razón para controlar a las repúblicas bóeres. Los bóeres se resistieron con fiereza, pero los británicos finalmente derrotaron a las fuerzas bóeres, usando su superioridad numérica y el abastecimiento externo de equipamiento, además de la controvertida táctica de tierra quemada. El tratado de Vereeniging declaraba la soberanía británica sobre la totalidad de las repúblicas sudafricanas, y el gobierno británico acordó asumir la deuda de 3 millones de libras de los gobiernos Afrikáner y las compensaciones por las muertes producidas en los campos de trabajo a los que se llevó a muchos bóers y sus trabajadores negros y en los que murieron por inanición o enfermedad. Una de las principales disposiciones del tratado era que a los negros no se les permitiría votar, salvo en la Colonia del Cabo.
Se creó la Unión Sudafricana el 31 de mayo de 1901, justo diez años después del fin de la segunda guerra bóer.
En 1934, el partido sudafricano y los partidos nacionales se fusionaron para formar el partido unificado, que buscaba la reconciliación entre los Afrikaners y los blancos angloparlantes, pero se escindió en 1939 a raíz de la decisión sobre la entrada del país en la Segunda Guerra Mundial como aliado del Reino Unido.
En 1960 se llevó a cabo un referéndum pidiendo a la población blanca que se pronunciara a favor o en contra de la unión con el Reino Unido. El 52% votó en contra. Sudáfrica se independizó del Reino Unido, pero siguió siendo miembro de la Commonwealth durante un año más. El 31 de mayo de 1961 es la fecha en que se declaró independiente la República de Sudáfrica. Fue readmitida en la Mancomunidad de Naciones (Commonwealth) en 1994, después de la victoria de Nelson Mandela en las elecciones presidenciales.
Nelson Mandela, tras haber estado preso 27 años, recibió el Premio Nobel de la Paz en 1997.
Con el paso de los años, el apartheid (1948-1994) provocó repudio, rechazo e indignación en el mundo entero. Numerosos países rompieron relaciones diplomáticas y comerciales con Sudáfrica, generando un creciente aislamiento del gobierno sudafricano.
La novela
Palabra reedita Llanto por la tierra amada que vio la luz por primera vez en 1948; está ambientada en 1935, justo cuando el principal partido promovía la unión entre los Afrikaners (bóers) y la población angloparlante, poco antes de la segunda guerra mundial, en la que esta colonia tomaría parte como aliado del Reino Unido.
A través de sus páginas podemos intuir los momentos difíciles para la población autóctona que encuentra atrayente el trabajo en las minas de oro o de diamantes y el abandono y desarraigo que estos desplazamientos suponen para todos ellos.
El respeto a las tradiciones es un lugar común en el que pueden reencontrarse las distintas generaciones y de cuya vivencia en común se puede colegir una aceptación mutua del modo de vivir y ver la vida. Pero si los jóvenes se van a las grandes ciudades y pierden el contacto con las generaciones precedentes, corren el peligro de perder también la perspectiva de lo que es realmente importante en la vida y caer en la corrupción y en el vicio.
El encuadre social de la novela refleja el ambiente inhumano, las aglomeraciones de las afueras de las ciudades de los que carecían de todo, y el odio que la población negra empieza a experimentar ante la injusticia con la que son tratados, los problemas laborales provocados por los salarios injustos… Y el miedo que experimentan los blancos ante las posibles represalias de los negros.
Así en la novela, el protagonista es un pastor protestante, Stephen Kumalo, anciano ya, que ve en las personas de su hijo y de su hermana la encarnación de las vivencias dolorosas de la huída por la supervivencia y del desarraigo.
Decide partir hacia la ciudad para recuperar a esos dos miembros de su familia tan queridos: su hijo Absalón, que se dedicaba al robo, y su hermana Gertrude, que había optado por la prostitución para sacar adelante a su hijo.
La novela sabe reflejar los ambientes difíciles, sórdidos en los que estos dos seres queridos han terminado por encontrar su medio de vida. Con la persuasión que el amor da, Kumalo intenta que ambos de arrepientan y regresen a su aldea natal.
El autor quiso que Absalón le quitase la vida, durante un allanamiento de una vivienda de los blancos, a Arthur Jarvis, líder blanco del movimiento que defendía a los negros de la injusticia en la que vivían.
Igualmente el autor decidió que el padre de Arthur, James Jarvis, fuese el colono más poderoso del valle en el que el reverendo Stephen Kumalo tenía su parroquia.
La situación tan dolorosa que ambos padres tuvieron que superar les llevó al perdón y a la generosidad, a la entrega a favor de los más desfavorecidos. Quizás sea el ejemplo más humano de la reconciliación nacional. Por eso, esta novela se ha convertido en un bestseller en Sudáfrica.
La generosidad del perdón inunda todo el relato y no se ciñe a la tragedia de la muerte de Arthur; todos los personajes reciben el afecto y el perdón o lo dan a manos llenas.
El ritmo lento de las conversaciones recuerda la parsimonia con la que los africanos se relacionan y se desplazan. La dureza de las circunstancias en las que estos africanos viven contrasta con la bondad de espíritu que parece reinar en los principales protagonistas.
Final realista.
La reedición de esta novela es un acierto. Se trata de una obra de gran calidad humana y literaria que acontece en Sudáfrica con los problemas de la convivencia entre blancos y negros como tema central. Para todos los públicos, merece la pena leerla.