Mientras pasa el fin de semana en familia, el brigada Bevilacqua recibe el aviso de que el cadáver de la alcaldesa de una localidad levantina, cuya desaparición había sido previamente denunciada por el marido, ha sido hallado por unos turistas en la playa. Para cuando Bevilacqua y su equipo llegan y se hacen cargo de la inv estigación, el juez ya ha levantado el cadáver, las primeras disposiciones están tomadas y se está preparando el funeral. El lugar es un avispero en el que se desatan todo tipo de rumores sobre la víctima, una joven promesa que venía a romper con los modos y corruptelas de los viejos mandarines del partido y que apostaba por renovar el modo de hacer política. Además, el descubrimiento de su agitada vida sexual, que puede calificarse de todo menos insípida, arroja sobre el caso una luz perturbadora. Pero no hay mucho tiempo para indagar y en esta ocasión Bevilacqua y Chamorro deben apresurar una hipótesis en un fuego de intereses cruzados, en el que la causa de la joven política es también la causa de la integridad personal, de la que el país entero parece haberse apeado.
Edición | Editorial | Páginas | ISBN | Observaciones |
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2014 | Ediciones Destino Colección Áncora y Delfín |
346 |
9788423348299 |
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El brigada Vila (Bevilacqua),
El brigada Vila (Bevilacqua), la sargento Chamorro, la cabo Inés Salgado y el guardia Arnau investigan el asesinato de una joven alcaldesa de una población pequeña del país valenciano.
Karen Ortí Hansen, de aspecto nórdico, hija de una danesa y un abogado valenciano, abandonó un futuro prometedor en el ejercicio de la abogacía para dedicarse a la política.
El jefe de su partido en la Comunidad Valenciana la había apoyado como futura promesa de una juventud renovadora en las filas del grupo político.
Pero Karen, la joven alcaldesa, aunque estaba casada y tenía una niña pequeña, llevaba una doble vida y mantenía un gran descontrol de su vida afectiva y sexual. Lo que permitió que otros, los sin escrúpulos, la chantajearan con amenazas de hacer público material gráfico de turbio contenido sexual en el que veía a Karen en acción. El objetivo del chantaje y posterior asesinato parece estar ligado a la corrupción política en relación con la construcción de un casino y el blanqueo de dinero de un grupo de la camorra napolitana.
Karen, crecida para la influencia del mundo protestante del norte de Europa, ha aprendido lo que significa la integridad moral en cuanto a los compromisos sociales relacionados con el trabajo y el dinero. No así los referentes morales en su vida privada: su comportamiento sexual personal y el compromiso de fidelidad que une a los dos miembros de una pareja comprometidos en el matrimonio.
Esta dualidad de conductas, en lo privado y en lo público, está en el drama de la vida de la alcaldesa, en su trágico final y constituyen el núcleo de la trama de la novela.
Lorenzo Silva hace trabajar a su equipo preferido de guardias civiles en Madrid, con los guardias civiles en la Comunidad Valenciana, con la Brigada especializada en delitos financieros y la policía italiana en Nápoles. Sin olvidarnos del juez que es el que tiene que investigar la fiabilidad de las pruebas que la Guardia Civil consiga recabar, autoriza algunas investigaciones, etc.
El autor crea una tensión a varias bandas que capta el interés del lector para descubrir a los autores materiales del asesinato así como para comprender la implicación de la política en la vida de los políticos, angustias, presiones, y compensaciones a las que se sienten inclinados a ceder.
Vila consigue, con la ayuda de su equipo, desentrañar todos los nudos y descubrir a los autores materiales del asesinato así como la causa: la integridad política de la joven alcaldesa y su oposición a la trama urbanística de la construcción del casino y blanqueo de dinero de la camorra napolitana.
Tanta corrupción de uno y otro signo sitúan a la guarda civil, por contraste en el grupo de “los buenos”. Hoy, que no está de moda señalar lo bueno y lo malo, y que “relativismo obliga”, quizás encontremos en este aspecto la motivación de Lorenzo Silva para disfrazar las bondades del brigada Bevilacqua con un adulterio al comenzar la novela. Un comportamiento que ni siquiera, en el contexto social en el que vivimos, se podría tachar de amoral porque tanto Bevilacqua como la jueza con la mantiene una distanciada relación están divorciados. Pero que en el contexto de la moral católica si lo es. En la parte final de la novela, la relación de Bevilacqua y su jueza parece hacer aguas. Así que el lector realmente ha asistido al adulterio como de pasada y en contraste con la conducta de los otros personajes “los políticos”, casi queda “beatificado”.
“Me acordé una vez más de Karen Ortí Hansen, de su cuerpo abrazado a esos otros cuerpos donde nada había, que de nada la salvaban, mientras descuidaba a su hija y a la vez daba una batalla suicida contra hombres inicuos. Me permití esperar que no se olvidara su coraje y que el tiempo, piadoso, acabara desdibujando sus flaquezas, como las de todos lo que no siempre habíamos sabido estar a la altura.” Pág. 346