Los Errantes

Una novela única, ligera y honda a la vez, que indaga en las posibilidades del género para hablar sobre el cuerpo, el mundo y las estrategias siempre insuficientes con que intentamos cartografiarlos. 

Al principio de Los errantes, la narradora esboza un autorretrato que es también una poética: «A todas luces yo carecía de ese gen que hace que en cuanto se detiene uno en un lugar por un tiempo más o menos largo, enseguida eche raíces. (…) Mi energía es generada por el movimiento: el vaivén de los autobuses, el traqueteo de los trenes, el rugido de los motores de avión, el balanceo de los ferrys.» Inquieta como ella, esta novela no se detiene ni un momento: en bus, avión, tren y ferry, la acompaña a saltos de país en país, de tiempo en tiempo, de historia en historia.

Un libro inquieto, pues, y no pocas veces inquietante.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2019 Anagrama
400
978-84-339-8053-3
Valoración CDL
3
Valoración Socios
3
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"Los errantes" no es una novela, en el sentido tradicional del término. Recuerda más bien a obras de Claudio Magris o W.G. Sebald, caleidoscópicas, itinerantes, sin argumento definido.

La autora, Olga Tokarczuck (Sulechow, Polonia, 1962), reciente premio Nobel de Literatura, condensó en su discurso de recepción, en Estocolmo, su visión de la literatura, y con ella –me parece-  del mundo:

una realidad fragmentada, dispersa, sin un centro que unifique y dé sentido.

Ya no vale limitarse a describir artísticamente una pieza aislada de ese puzzle, una pequeña historia que se disuelve en el gran relato misterioso de la gran Historia. El artista, el escritor concretamente, debe aspirar ahora a la novela total, que de algún modo refleje la pluralidad indefinida de todos los seres, observada desde todos los puntos de vista posibles. En vez de centrarnos en árboles concretos, se trataría de reflejar de algún modo la variedad infinita del misterioso bosque en que nos encontramos.

En "Los errantes", su obra más alabada por la crítica, la autora está en un viaje permanente, recorriendo ciudades, países, culturas, ambientes… errando de aquí para allá, como sugiere el título de una de sus historias, que dará nombre a todo el libro.

El libro no se estructura propiamente por capítulos, sino por apartados de muy diversa extensión (algunos, de sólo dos o tres párrafos). Son muchas veces observaciones, "chispazos", comentarios a raíz de sucesos mínimos, anécdotas, personajes que encuentra en su camino, tradiciones de los pueblos que visita. En otros casos, se trata de historias más amplias, muestras del conocido esquema "novelas dentro de la novela", que de modo magistral ya encontramos en El Quijote o, por citar un escritor actual, Paul Auster.

La autora, buena observadora y excelente estilista, sabe sacar partido literario a todos esas instantáneas, con ritmo, imaginación y brillantez. Subyace siempre esa impresión de provisionalidad, fugacidad, "como pompas de jabón" en el conocido verso machadiano.

Las referencias al cristianismo son, por lo general, respetuosas, como dato histórico, cultural. En alguna ocasión, la autora refleja indirectamente su rechazo personal de la fe, de la trascendencia. Por lo demás, trata con mesura las referencias a conductas poco ejemplares o inmorales de sus personajes; y destaca en ocasiones sus virtudes humanas.