Los jóvenes y el ideal

Este libro reúne las intervenciones más significativas de don Luigi Giussani acerca de los jóvenes. Giussani (1922-2005) fue sacerdote y fundador del movimiento Comunión y LIberación. Los primeros textos son de 1961, pero la mayoría corresponde a las décadas de los 80 y 90 del siglo pasado, aún así plenamente actuales.

Don Luigi Giussani fue profesor en la Facultad de Teología de Milán, cargo que abandonó para dedicarse a enseñar religión en un Instituto de Enseñanza Media de la ciudad, el Liceo Bachelet. Allí dio vida, entre los estudiantes, a una iniciativa de presencia cristiana con el nombre de Gioventú Studentesca (GS), cuando ésta superó los límites de las instituciones de enseñanza cambió su nombre por el de Comunión y Liberación.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
1996 Encuentro
244
978-84-7490-396-3

Subtítulo: El desafío de la realidad.

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Llama la atención el profundo nivel cultural de Giussani en filosofía, psicología y literatura, así como su gusto por acudir a los poetas.

Filosóficamente el autor profesa el personalismo, coincidiendo con Emmanuel Mounier, Romano Guardini, Gustave Thibón y Karol Wojtyla, san Juan Pablo II. Escapando del idealismo filosófico, el personalismo se apoya en la naturaleza para llegar a la más importante de las criaturas, la persona humana, hecha a imagen y semejanza de su Creador. Posteriormente, Benedicto XVI ha acudido a la naturaleza del hombre para desarrollar una teología social y moral.

En el interior del hombre reside el mensaje divino de busqueda de la felicidad, que la experiencia demuestra que trasciende a las capacidades del ser humano. Misterio y Destino del hombre que no son otros que el mismo Dios. Recientemente, el papa Francisco nos ha hablado del corazón, el Corazón de Cristo símbolo de su amor por los hombres, pero también del corazón de esa criatura imperfecta que somos cada uno de nosotros.

Su Santidad, san Pablo VI, después del Concilio Vaticano II había encargado a los teólogos la lucha y refutación del ateísmo, pero dicho encargo resultó frustrado, son los filósofos cristianos los que se muestran capaces de realizarlo. Ya en la antiguedad un filósofo, San Agustín, había escrito: "Nos creaste Señor para Tí y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Tí".

Giussani tenía claro que el déficit de los jóvenes a los que se dirigía, así como de la sociedad general es cultural. Constata como tanto los jóvenes como sus educadores se proclaman ateos y -añade- "naturalmente comunistas", aunque no sean capaces de explicar lo que creen ni porqué lo creen. La filosofía idealista había derivado hacia el relativismo y éste era contrario a cualquier fe, especialmente a la fe cristiana.

Cuando Umberto Eco, en la apertura de curso de la Universidad de Bolonia, argumenta que todo es un juego, Giussani declara que es pura maldad considerar un juego la pobreza, el dolor y la desesperación de tantos jóvenes, mujeres y hombres a los que se niega un sentido para su vida; el autor acude repetidamente a las palabras de Aquel que dijo: "Yo soy el camino, la verdad y la vida" (Jn.14-6).

Los textos de Giussani inciden repetidamente en la necesidad de los jóvenes de formar comunidad de forma que se ayuden los unos a los otros, y de buscar en el fondo del corazón ese deseo de felicidad capaz de orientar una vida. El libro requiere una lectura detenida y hasta es posible que una formación intelectual previa, pero Giussani se esfuerza por hacer accesible su discurso y no se cansa de explicar una y otra vez las mismas ideas.