"Me llamo Malva Marina Trinidad del Carmen Reyes, para mis amigos de aquí Malvita... Mi vida eterna empezó después de mi muerte en 1943 en Gouda. Mi entierro congregó a un puñado de gente. Muy diferente del funeral de mi padre, treinta años más tarde en Santiago de Chile".
Así comienza la primera novela de Hagar Peeters. Malva Marina fue la hija de Pablo Neruda, fruto de su matrimonio con la holandesa Maria Hagenaar Vogelzang. La niña nació con hidrocefalia y fue rechazada por su padre. Murió a los ocho años durante la Segunda Guerra Mundial en los Países Bajos. Peeters le da a Malva voz y una nueva vida en el más allá, donde se encuentra con otros niños rechazados, como los hijos de James Joyce y Arthur Miller. Con la ayuda de Peeters, ella intenta descubrir cómo su padre, que defendió a los rechazados y a los olvidados, pudo rechazarla y olvidarla a ella.
Edición | Editorial | Páginas | ISBN | Observaciones |
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2018 | Rey Naranjo Editores |
240 |
978-84-947310-4 |
Traducción de Isabel Clara Lorda Vidal |
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Biografía novelada sobre la
Biografía novelada sobre la hija del poeta Pablo Neruda (1904-1973), la cual murió siendo niña a causa de la hidrocefalia. Malva Marina fue la única hija del poeta, fruto de su primer matrimonio con la holandesa María Antonieta Hagenaar (Maruca). La niña nació en Madrid en 1934 y falleció ocho años después en Gouda (Países Bajos), a causa de la enfermedad que padecía desde su nacimiento. Según afirmó Neruda en una carta: "Es un ser extremadamente ridículo, una especie de punto y coma, una vampiresa de tres kilos"; la llamaba punto y coma porque ese signo de puntuación representaba perfectamente el tamaño de su cabeza y su cuerpo. A los dos años, el poeta abandonó a su mujer y a su hija, según todos los indicios para que la malformación de la niña no afectara a su producción artística, ni tuviera repercusión en su éxito profesional que podría quedar relegado a un segundo plano.
La novelista y poetisa Hagar Peeters conoció la historia de Malva durante un viaje a Chile: hacía poco tiempo que, en un pequeño cementerio holandés, se había descubierto la tumba de la niña y todo el mundo comentaba el hecho, ya que Neruda nunca la reconoció en público ni la mencionó en su autobiografía. Así pues, la autora decidió darle su propia voz a Malva para intentar entender el abandono de su padre y la necesidad última de reconciliarse con él. De esta forma, el relato está narrado por la niña protagonista en primera persona central y omnisciente, que desde el más allá dicta sus palabras a la novelista: “este relato que me afano en confiarte a ti, mi historia, porque quiero que seas tú quien la escriba por mí” (p. 70). Se trata, pues, de un narrador muy poco habitual (que, a veces, se mezcla con la voz de la propia autora) que es capaz de reflexionar sobre todos los hechos acontecidos en el pasado y en el futuro de la vida de Neruda: sus mujeres, sus matrimonios, sus relaciones con otros poetas, los viajes, incluso su entierro. Y deja patente que el poeta que alardeaba de su simpatía por los desheredados, renegó de su hija avergonzado de su malformación.
Para componer este relato, la autora se ha basado en su propia experiencia personal, ya que durante su niñez (tal y como refleja también en la novela) su padre, el periodista Herman Vuijsje, estuvo alejado del hogar familiar a causa de sus continuos viajes a Latinoamérica. El abandono, el desencanto, la soledad estuvieron muy presentes en su infancia y le sirven para proporcionar veracidad a la narración. Así, la novela se convierte en una ironía, una paradoja de los grandes hombres que, detrás del éxito profesional, esconden un hombre imperfecto e hipócrita. Como afirma la autora a mitad de la novela: “Suerte moral es la que tienen los hombres de fama y éxito que abandonan a sus hijos. No se los juzga, a condición de que con su libertad conquistada hayan brindado a la humanidad obras de arte inmortales” (p. 138).