De brillante escritura, Memoria de la casa de los muertos se revela como exponente de la clarividencia de Dostoyevski y punto álgido de toda su obra, por encima incluso de algunos títulos tenidos como insuperables.
Decía Volkoff que, si un ruso no conoce a ciencia cierta la autoría de un texto de alta calidad literaria, siempre se lo atribuye a la pluma de Pushkin, escritor nacional por excelencia, a fin de no evidenciar una triste carencia de conocimientos. Pues bien, a propósito de Memoria de la casa de los muertos, fue Tolstoi, otro grande, el que sentenció que "no existe libro mejor en toda la nueva literatura, incluyendo a Pushkin", comentario que confirma tanto su audacia como la calidad de la presente novela.
Concebida, como dice su autor, "para representar con la mayor exactitud el cuadro del presidio, con todo lo que hube de soportar en él durante tantos años", se sumerge en la más poética de las circunstancias, haciendo de su sufrimiento un vehículo de análisis que permite penetrar, como pocas veces se ha hecho, en las profundidades del alma.