Stanislau Demba, estudiante y profesor particular, recorre las calles de Viena con las manos ocultas debajo de una capa. Sabemos que el misterio se desvelará cuando el reloj del campanario dé las nueve. El autor consigue que nos veamos obligados a acompañarlo mientras deambula por las calles e intenta evitar, a toda costa, que nadie vea sus manos.
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Sorprende en cada capítulo. Hay un personaje que aparece siempre, en un momento que, después piensas que era probable que fuera él, pero que en el momento que te dicen su nombre causa en el lector un sobresalto, crees que en el siguiente capítulo no te ocurrirá, pero al menos en mi caso vuelve a pasar. Y cuando crees que ya poco te puede sorprender la historia te atrapa poniéndote al lado de Demba aunque a veces te pareza alguien que puede darte miedo. Y por último el final, de ahí no puedo decir nada, solo que que me quedé con la boca abierta, eso sí que no lo esperaba. Y después, un rato después de terminarla, me doy cuenta de que además el libro encierra algo más que el suspense, con razón el primer título que llevaba en su publicación era LIBERTAD.
Describir la trama de esta obra sería destruirla, porque gran parte del encanto está en la capacidad de Perutz para irnos mostrando el destino de ese joven, que no ama a Sonja, su novia, pero tampoco puede soportar que ella lo abandone.
Perutz, autor de otras grandes obras, como “El maestro del juicio final” o “El judas de Leonardo”, es un auténtico maestro donde combina la literatura fantástica con el género policial. Cuando apareció esta obra, en 1918, ya causó perplejidad en la crítica y los lectores. Porque se da en ella una mezcla de sueño y realidad que la hace una de las mejores representantes del género psicológico. Además, Perutz tiene una extraña habilidad para administrar un suspense que, lejos de hacerse imprevisible, estalla en diversas ocasiones sin dejar por ello de reservar sorpresas aún mayores.
Siendo una novela de literatura fantástica, y Perutz merece ser contado entre los más grandes autores germánicos del siglo XX, mantiene los referentes con la realidad y por ello resulta especialmente cautivadora. Dicho de otro modo, es una novela fantástica que no lo parece. De muchas formas ha sido calificada: onírica, metafísica, kafkiana... pero sabemos que Leo Perurtz (1882-1957) querías dejar abiertas todas las interpretaciones. Para él sería un sinsentido que el mensaje fuera demasiado claro y tuviera un solo significado. Al autor le queda la posibilidad de su propia interpretación sin que por ello se desvirtúe la novela.
El lector se llevará una agradable sorpresa con este libro, que merece ser leído y paladeado. Gran parte de su éxito reside en la construcción del personaje principal: un auténtico antihéroe con el que no acabamos de saber si simpatizamos o no pero que, a pesar de ello, nos lleva a pasar compulsivamente las páginas. Una auténtica obra maestra que no defraudará a nadie.