Basado en un caso real: un matrimonio de inmigrantes judíos, ella embarazada y a punto de dar a luz, no encuentra cobijo en Madrid durante la Nochebuena.
Edición | Editorial | Páginas | ISBN | Observaciones |
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2004 | Voz de papel |
108 |
84-934023-7-2 |
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La historia se vuelve a repetir 2.000 años después. El periodista Miguel Ángel Velasco novela la historia real de un matrimonio procedente de Palestina, que sin dinero, ni papeles, ni posada donde dormir, acaban en Carabanchel (Madrid) en un almacén de papel, donde finalmente dará a luz la madre. Una historia real contada en Nacido el 25 de diciembre.
El periodista Miguel Ángel Velasco, director del semanario de información religiosa Alfa y Omega, acaba de publicar un relato navideño que cuenta el caso real de un matrimonio judío que, igual que ocurrió hace 2.000 años, no encuentra quien les acoja cuando ella está a punto de dar a luz. La acción transcurre en Madrid y recoge la reacción de personas, instituciones y entidades ante un suceso con un claro paralelismo con el nacimiento de Jesús en Belén.
La espiral de violencia que se ha generado en Oriente Medio hace que el joven matrimonio salga de su tierra natal y termine en Madrid sin medios, sin documentación y con la mujer a punto de dar a luz. La Navidad promueve la solidaridad entre las personas pero ¿es realmente así en la España de hoy?, se pregunta Miguel Ángel Velasco.
El nacimiento de Jesús hoy no sería noticia. En Nacido el 25 de diciembre, escrito a modo de crónica periodística, aparecen ONGs, portavoces de partidos políticos y ciudadanos corrientes cuyas reacciones dan una idea de lo que se hubiera hecho en Madrid si Jesucristo hubiera vuelto a nacer. La cuestión que plantea este cuento de Miguel Ángel Velasco es tan actual como hace dos mil años: «Si volviera a nacer Jesús, ¿encontraría acogida en nuestro mundo?».
La impresión del periodista, antiguo corresponsal del diario YA en Roma y en el Vaticano, es que en los conflictos internacionales, en la emigración, en el terrorismo, en la precariedad laboral y en otros problemas que acucian a nuestra sociedad subyace una causa fundamental: los hombres siguen sin reconocer a Jesús; no le reconocen ni siquiera muchos de los que se autodenominan creyentes e incluso practicantes.