"Olvida los tambores" fue un gran éxito cuando se estrenó en 1970. Transcurre en la época en que se escribe y es una crítica de la burguesía de entonces, bastante matizada, a través de un encuentro entre varias parejas que termina trágicamente. La autora huye de posiciones maniqueas, para mostrar la complejidad de las relaciones y de las reacciones entre las personas. Ana Diosdado muestra un buen dominio de las técnicas teatrales, aquí con un montaje más tradicional. "Si hubiese buen señor", que la censura obligó a titular "Los comuneros", se estrenó en 1974, y es técnicamente más compleja, pues altera la recreación histórica con lo onírico, con numerosos cambios de escena y de personajes. La historia de la rebelión de los comuneros, vista por el propio Emperador cuando sucedió, en su juventud, y cuando está ya cercana su muerte en Yuste, sirve para indagar sobre el poder, la justicia, la tolerancia... También aquí la autora evita convertir el drama en una lucha entre buenos y malos, pues sabe matizar las actuaciones de unos y de otros y plantear las dudas que los actos dejan en la conciencia de los protagonistas. Me parece elogiable la labor de la Asociación de Directores de Escena de España de recuperación de obras teatrales españolas destacadas de la segunda mitad del siglo pasado, no siempre fáciles de encontrar.
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"Olvida los tambores" fue un gran éxito cuando se estrenó en 1970. Transcurre en la época en que se escribe y es una crítica de la burguesía de entonces, bastante matizada, a través de un encuentro entre varias parejas que termina trágicamente. La autora huye de posiciones maniqueas, para mostrar la complejidad de las relaciones y de las reacciones entre las personas. Ana Diosdado muestra un buen dominio de las técnicas teatrales, aquí con un montaje más tradicional. "Si hubiese buen señor", que la censura obligó a titular "Los comuneros", se estrenó en 1974, y es técnicamente más compleja, pues altera la recreación histórica con lo onírico, con numerosos cambios de escena y de personajes. La historia de la rebelión de los comuneros, vista por el propio Emperador cuando sucedió, en su juventud, y cuando está ya cercana su muerte en Yuste, sirve para indagar sobre el poder, la justicia, la tolerancia... También aquí la autora evita convertir el drama en una lucha entre buenos y malos, pues sabe matizar las actuaciones de unos y de otros y plantear las dudas que los actos dejan en la conciencia de los protagonistas. Me parece elogiable la labor de la Asociación de Directores de Escena de España de recuperación de obras teatrales españolas destacadas de la segunda mitad del siglo pasado, no siempre fáciles de encontrar.