La novela narra la historia de María, una joven del interior de Brasil, cuyas primeras experiencias inocentes en el amor la dejan con el corazón destrozado. A una temprana edad, se convence de que nunca encontrará el amor verdadero, creyendo en su lugar que 'el amor es algo terrible que te hará sufrir'. Una encuentro casual en Río de Janeiro la lleva a Ginebra, donde soñaba encontrar la fama y la fortuna pero acaba trabajando como prostituta. En Ginebra, María se aleja cada vez más del amor a la vez que desarrolla una fascinación por el sexo.
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Once minutos tiene como tema la sexualidad. La protagonista es Maria, una joven brasileña que se traslada a Ginebra para trabajar en una sala de fiestas y que acaba ejerciendo la prostitución como recurso para conseguir dinero y rehacer su vida en su anhelado Brasil. En Suiza, Maria tiene duras experiencias personales, que la hacen madurar y reflexionar sobre el sentido del sexo en la cultura actual. En un diario anota estos pensamientos, que se alternan con la narración de los hechos. Un día conoce a un artista, Ralf Hart, un prestigioso pintor, con el que mantiene otro tipo de relación, que no está pervertida por el contacto sexual, lo que les lleva a los dos a reflexionar sobre el papel del sexo en sus vidas. La intimidad va a más, a pesar de que Maria, que sigue ejerciendo la prostitución, no sabe si está enamorada de Ralf. Con él, y también con otros clientes, vive algunas experiencias límites, como el recurso al sadomasoquismo, donde Coelho introduce algunas peregrinas consideraciones que comparan estas prácticas con un tipo especial de experiencia religiosa. Esto le sirve para enlazar con el sentido del libro: el valor sagrado que debe descubrirse en las relaciones sexuales, la mejor manifestación del amor. El sexo se analiza desde una perspectiva hedonista, relacionada directamente con una radical vivencia personal, alejada de otras consideraciones y compromisos. Como suele ser normal en sus novelas, Coelho maneja diferentes fuentes y mensajes, intentando satisfacer al mayor número posible de lectores y adaptándose a las ideas más de moda.
Sus novelas, como él mismo dice, son sencillas parábolas para plantearse cuestiones de actualidad con el fin de provocar la reflexión. Aunque sigue presente como telón de fondo, en Once minutos tienen menos peso las divagaciones espiritualistas. Vuelve a adoptar un suave y empalagoso tono didáctico, con el que llega fácilmente a esos lectores que no se quedan sólo en la ficción. Coelho les facilita las cosas, pues de vez en cuando, sobre todo en las páginas del diario de Maria, se incluye una buena parte de las ambiguas moralejas que quiere transmitir. Esos mensajitos dicen todo y nada a la vez: pensamientos verdaderamente planos y manidos que pretenden transmitir las claves del sentido del universo entero. Esta profusión de una filosofía y teología baratas es lo que más define el estilo y los libros de Coelho. Literariamente, los personajes son planos, peleles teledirigidos en manos de las intenciones del autor; la trama es previsible y una excusa para la moraleja y la introducción de discursitos. Adolfo Torrecilla.