Imperio otomano, principios del siglo XX: en una pequeña y tranquila población de la costa de Anatolia, cristianos, musulmanes y armenios conviven en paz y armonía desde hace siglos. Sin embargo, la inminente guerra enfrenta a los miembros de la pacífica comunidad: enemista a familiares y amigos, separa a amantes. Según se va instalando la inseguridad, los sueños de unos y otros se desmoronan. El nuevo régimen republicano impulsa grandes transformaciones culturales y sociales, pero a un precio muy elevado: el odio y la intolerancia, que se han adueñado de los corazones. Pero en ese mundo crispado todavía queda un hueco para el amor más incondicional.
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Novela bien construida y desarrollada; mantiene el interés pese a su extensión. Relata la formación de la actual Turquía a principios del siglo XX. El lenguaje que usa es, en ocasiones, propio de un ambiente cuartelero. Como trasfondo, siguiendo el curso de la historia, presenta la guerra contra las potencias occidentales y, sobre todo, contra Grecia, como una Guerra Santa. Sin estridencias, pero de manera reiterada, teje un sustrato: trata la religión del Islam y la ortodoxa griega como un conjunto de de costumbres sociales llenas de supersticiones. Al plantear el problema de la existencia de Dios, negándola en sus personajes, con ocasión de las brutalidades bélicas que relata, llega a la conclusión de que Dios no existe. En este sentido es significativo el reiterado sueño del sacerdote ortodoxo cuyo contenido es el entierro de Dios. Atrocidades que se cometen con ocasión de la guerra santa por parte del Islam y del fanatismo por parte de los ortodoxos, personalizados en los griegos que desean anexionarse las provincias asiáticas de la Magna Grecia. Critica duramente los nacionalismos, que no conocen la libertad de religión en la misma etnia, los otomanos, que pueblan la actual Turquía, y en cuyo nombre se realizan las crueldades mayores, especialmente por los griegos (ortodoxos). Concluye la narración con un epílogo en el que presenta a la nueva Turquía, y en la que se ha perdido toda la moralidad social, islámica y ortodoxa.