Un comercial que pasa la vida en la carretera descubre por azar las insospechadas consecuencias de tomar un determinado desvío; una hermosa mujer se cita ilusionada con un desconocido y en pocos segundos le ve con otros ojos; un padre de familia se reencuentra con el amor de su vida; una veterinaria se enfrenta a dos hombres que la tratan como auténticos animales...
Los doce relatos breves e incisivos están protagoniados por un abanico de personajes que se enfrentan a diferentes tragedias cotidianas, que muestran los placeres y angustias que les condenan o les redimen. Anna Gavalda se dio a conocer en Francia con este volumen
Edición | Editorial | Páginas | ISBN | Observaciones |
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2008 | Seix Barral |
192 |
978-84-322-1792-0 |
Publicada en "Le diletante" en 1999. Traducción de Isabel González-Gallarza |
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Doce relatos. El sexto es el que da título al libro. Una frase contenida en el sexto relato: "quisiera que alguien me esperara en algún sitio".
En todos ellos, Anna Gavalda encuentra una manera narrativa muy acertada para el hombre actual, con apenas tiempo para entregarse a textos de profundidad, que leen de camino al trabajo y que, por supuesto, no tiene fácil el acceso al diccionario: literatura para entretener y olvidar. No obstante, en algún relato, Anna Galvalda consigue sorprender al lector y le coloca frente a posibles situaciones cotidianas en las que la conducta del personaje interpela a la conciencia del lector y le cuestiona sobre la idoneidad de su comportamiento. En el relato "El suceso del día", por ejemplo, el lector se replanteará qué hacer ante un sentimiento de culpabilidad por haber causado un grave accidente de tráfico, incluso cuando no existan testigos.
Pero, en la mayoría de los relatos, los planteamientos se refieren al sentimiento del amor, a la necesidad de ser amado o esperado por alguien. Aunque ese anhelo, que la propia autora reconoce limitado al terreno del erotismo o de la sexualidad: "¿No debería decir más bien: cinco meses y medio que estoy enamorado de Sarah Briot…? No lo sé. En todo este tiempo no puedo pensar en ella sin tener una erección magnífica, y (…) no sé cómo llamar a este sentimiento." (Pág. 141)
Es mérito de la autora una agilidad narrativa y una sencillez que sabe captar al lector, atraparlo, incluso en un mundo en el que mantener la atención sobre algo y no sucumbir a multitud de estímulos visuales y auditivos parece misión imposible. Eso y la elección de un lenguaje sencillo y preciso.
Como inconvenientes, y no pequeños, señalaría la elección de un vocabulario demasiado vulgar que no se priva de lo soez, incluso de la blasfemia. Supongo que por la intención de adecuarse al hombre de la calle. Este planteamiento de la elección del lenguaje me lleva a la reflexión sobre si son los autores los que tienen que adecuarse al lector e imitar su comportamiento y actitudes vitales o, más bien, deben contribuir a un enriquecimiento del lector, tanto en su forma de expresión como en su forma de abrirse a la realidad cotidiana. Anna Gavalda se muestra, en este conjunto de relatos, como una escritora que copia la realidad social. Su interés parece concentrarse más en ser aceptada por una amplia mayoría, con el consiguiente éxito comercial, que en despertar el interés intelectual, o la duda filosófica sobre los problemas que rodean al hombre actual.