En este libro Lorenzo Silva nos ofrece su juicio personal sobre la sublevación militar que tuvo lugar en España el 18 de julio de 1936 y la subsiguiente Guerra civil. Para ello ha investigado la vida del general de la Guardia Civil don José Aranguren Roldán. El general Aranguren comandaba en julio de 1936 las fuerzas de la Guardia Civil en Cataluña; al mantenerlas leales a la República abortó el alzamiento militar en Barcelona. Por este motivo fue fusilado por los vencedores al término de la contienda, el 21 de abril de 1939. El autor lo propone como paradigma del hombre justo y del militar demócrata.
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La historia que se nos relata
La historia que se nos relata en este libro es confusa. Lorenzo Silva incorpora al mismo sus relatos familiares sobre la Guerra civil; la historia de un personaje hasta hoy desconocido: el general de la Guardia Civil don José Aranguren; así como las investigaciones realizadas por el autor entre los descendientes de Aranguren para escribir su biografía. Silva no renuncia a contarnos las aventuras africanas -en la guerra de Marruecos- de aquellos que luego participarían en la Guerra civil en ambos bandos, la proclamación y evolución de la República, así como la sublevación militar con especial mención del alzamiento en Barcelona.
El hilo conductor es don José Aranguren, aunque nos parece un hilo muy débil. Es cierto que fue responsable del fracaso del alzamiento en Barcelona, pero más por lo que no hizo -sumarse al mismo- que por lo que hizo. El resto ya es cuesta abajo. Aranguren es una figura ornamental durante la guerra; sin mando de tropa, se limitó a ayudar a sobrevivir a aquellos que pudo. Al finalizar la guerra se negó a exiliarse y en el espacio de veinte días fue juzgado y fusilado.
Parafraseando el refrán, "cada uno cuenta la guerra como le fue en ella" y a la familia de Aranguren no le fue bien. Si al padre le fusilaron por su intervención en el bando gubernamental, su hijo mayor murió luchando junto con los sublevados. De hecho sus tres hijos varones lucharon con los nacionales. El autor no oculta su antipatía (es lo más significativo del libro) por los gestores del alzamiento: Mola, Franco y José Antonio Primo de Rivera. Tampoco esconde la anarquía en la que se vió sumida la zona gubernamental. Trata de presentar a la Guardia Civil como un cuerpo democrático que se mantuvo fiel a la legalidad, pero luego reconoce que, de los treinta y cinco mil guardias que había en España al comienzo de la guerra, quince mil lucharon junto a los sublevados. Al final uno concluye que cada uno luchó allí donde le sorprendió la guerra. Los hijos de Aranguren se encontraban en Galicia y lucharon con los nacionales, en tanto que el General estaba en Barcelona y se inclinó por la legalidad.
Al abordar la lectura de este libro el lector piensa: ¡Otro libro sobre la Guerra civil! Luego queda claro que lo que pretende el autor es preservar las historias familiares sobre la guerra, igual que otros conservarán las suyas. Imposible objetividad. Silva dedica el libro a sus abuelos. Durante la guerra uno era militar y otro policía, ambos en la zona republicana. De baja graduación, no se habían significado políticamente, pero fueron sometidos a depuración al final de la contienda, lo que truncó sus carreras y limitó las posibilidades de sobrevivir decorosamente. Esto, unido a la muerte de algunos de sus hijos y otros familiares, sumió a ambos en profunda tristeza. Vae victis! -escribió un general romano. ¡Hay de los vencidos!