Desde el mismo comienzo de la Iglesia, la transmisión de la fe cristiana ha sido el vínculo que ha unido a las generaciones de cristianos. Como en una carrera de relevos, el testigo de la fe apostólica es entregado por unos a los que vienen después que, a su vez, reciben la misión de entregarlo vivo e íntegro a los que les suceden.
Los cristianos de nuestro tiempo son protagonistas de la transmisión de la fe en una sociedad y en una cultura que, en occidente, se entiende a sí misma de manera plenamente secularizada, como si Dios no existiera. Los desafíos que presenta esa situación hacen especialmente necesarias tres actitudes: la de estar bien pertrechados de los fundamentos de “nuestra esperanza”, la de renovar el compromiso de testigos del Evangelio y la de ser audaces en la tarea común de la evangelización.
En esta obra el lector encontrará información y análisis de las bases teológicas de la transmisión de la fe (tradición, magisterio, sentido de la fe) y elementos para dinamizar vitalmente el testimonio y la misión de los cristianos.
Edición | Editorial | Páginas | ISBN | Observaciones |
---|---|---|---|---|
2018 | Ediciones Cristiandad |
359 |
9788470576416 |
Subtítulo: Tradición y magisterio a partir del Vaticano II |
Comentarios
Un estudio muy completo sobre
"Cada una de las muchas generaciones de cristianos que se han ido sucediendo a lo largo de los XXI siglos de existencia de la Iglesia Católica, han ido con toda naturalidad viviendo su fe en la cultura a la que cada uno pertenecía y en la que había nacido y había madurado, de modo que la propia cultura terminaba por cristianizarse y pulirse, erradicando lo que tuviera de contrario o inconveniente a la fe. Inmediatamente, se nos ha recordado, que debemos plantearnos cómo estamos, personalmente, trasmitiendo nuestra fe en Jesucristo y su doctrina salvadora, en el ámbito de nuestra familia, de nuestro ambiente profesional y social y en nuestra sociedad. Así lo expresa claramente el Catecismo de la Iglesia Católica: “El creyente ha recibido la fe de otro, debe trasmitirla a otro. Nuestro amor a Jesús y a los hombres nos impulsa a hablar a otros de nuestra fe. Cada creyente es como un eslabón en la gran cadena de los creyentes” (CEE, n.166)." Leer artículo 1>>, leer artículo 2>>