Tú no matarás

Como es habitual en las novelas de Julia Navarro, las opiniones son muy dispares. Tengo que reconocer que empecé a leer este libro a pesar de las críticas que había leído. El estilo de Julia Navarro, al igual que en las obras anteriores, puede resultar cansino. Las historias se alargan de forma innecesaria, las conversaciones son repetitivas, no se distingue a los personajes por su forma de expresarse, y el contexto histórico no armoniza siempre con la trama literaria, de modo que esta última aparece algo desparramada a lo largo de muchos años. El ritmo de escritura experimenta saltos de muchos años que desorientan al lector, especialmente el que convierte a Adela, la hija de la protagonista, de una niña de instituto en una mujer de 36 años, emancipada, con éxito y segura de sí misma. 

No faltan tampoco los elementos positivos, como las figuras de Samuel, Sara y Zahra. El lector que consigue superar las interminables páginas encuentra en la figura de Fernando huellas del Raskolnikov de Dostoyevski. La tozudez de Catalina, que puede poner de los nervios al lector, encuentra un giro inesperado al final de la novela, y el tratamiento de la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial es menos estereotípico que en las anteriores novelas de esta autora.
Julia Navarro es de mi generación y, como tal, conoce las dos guerras, la anarquía prebélica en España y la represión franquista más bien de oídas y de referencias. Las madres de Catalina y Fernando expresan en las últimas páginas algunas ideas políticas sobre la llamada transición que, probablemente, comparte la autora. En definitiva, la novela puede gustar si no se espera una narración con gran brillo literario.

Una nueva novela de Julia Navarra, con un empeño de mantener como sea una longitud extraordinaria, cuando realmente los hechos no son, ni mucho menos, para tanto. Fernando, Eulogio, Catalina, que son los protagonistas, junto al misterioso Marvin, son republicanos, situados al final de la Guerra Civil, que han tenido que sufrir. La novela deja mal, como es moda, a los personajes secundarios que aparecen del lado nacional y considerados católicos, el padre de Catalina, un párroco de un barrio, etc. Como en tantas novelas actuales, tiene que haber un personaje homosexual. Una vez más la distancia entre la realidad y ciertas novelas.

Con poca calidad literaria, un estilo pobre, pensado para alargar la historia, es, al mismo tiempo muy superficial en los planteamientos de fondo.