El grupo terrorista Sendero Luminoso y el cártel de la droga de Medellín acuerdan realizar un secuestro en los Estados Unidos con fines publicitarios. Un grupo mercenario secuestra en Nueva York a los familiares de un célebre presentador de televisión y los traslada a Perú. Desde allí exigen a la cadena televisiva que emita unos vídeos reivindicando la revolución en América Latina. La plantilla de informativos, bajo la dirección de un antiguo corresponsal de guerra, se moviliza para localizar y rescatar a los rehenes.
Edición | Editorial | Páginas | ISBN | Observaciones |
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1991 | Círculo de Lectores |
589 |
84-226-3661-1 |
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Arthur Hailey es un maestro
Arthur Hailey es un maestro de la fabulación. Igual que hoy están de moda las novelas históricas, durante un tiempo abundaron aquellas que reproducían un determinado ambiente: un hospital, un aeropuerto, o el mundo de las grandes pruebas automovilísticas. En este ambiente tenía lugar el argumento principal al cual confluían las historias personales de sus protagonistas. El resultado era una novela larga, entretenida y convincente a base de estar bien documentada.
A este tipo de relatos corresponde "Últimas noticias", que se desarrolla en el mundo de las grandes cadenas de televisión americanas y en concreto en la ficticia CBA News de Nueva York. Unos terroristas peruanos han secuestrado a la familia de Crawford Sloane, presentador estrella de la cadena. Pretenden que la emisora emita un comunicado de su líder revolucionario dirigido a los Estados Unidos. La CBA, desconfiando de los cauces oficiales de investigación y negociación, se compromete a poner a sus periodistas a investigar el secuestro, especialmente a Harry Partridge, veterano corresponsal de guerra en Vietnam y en otros conflictos armados.
La novela plantea diversas cuestiones éticas referentes al ejercicio del periodismo, como la compra de la emisora por un grupo industrial, que tratará de condicionar la información en función de los intereses económicos del grupo. Por otra parte la obsesión de un medio de la competencia por adelantarse con la información –primicia que hoy eleva la audiencia y mañana resulta irrelevante- proporciona información a los secuestradores que se adelantan a ejecutar a uno de sus rehenes. Se plantea la legitimidad de utilizar como fuentes de información declaraciones obtenidas con engaño, escuchadas por casualidad sin el consentimiento de su autor e incluso el derecho del periodista a ocultar sus fuentes de información cuando hay una investigación criminal por medio, como es éste el caso.
Por último sale a relucir la cuestión de los sueldos astronómicos de los grandes presentadores de informativos, bustos parlantes que acercan al público la información obtenida y elaborada por otros profesionales peor pagados. Sus méritos personales son la telegenia, una impresión externa de credibilidad, la capacidad para actuar en directo y el hecho de que constituyan un "icono" de las cadenas para las que trabajan, lo que lleva a éstas a blindarlos económicamente.
Publicada en 1990, la lectura de esta novela pone de relieve los cambios experimentados por América Latina en los últimos treinta años. Todo se resume en aquella frase: "Es preciso cambiar algo para que todo siga igual". Los grupos criminales que se citan en la novela han desaparecido, y los gobiernos militares que predominaban entonces han sido sustituídos por gobernantes civiles; no obstante los problemas no han hecho más que cambiar de lugar: la droga, la violencia, los gobiernos corruptos o totalitarios siguen existiendo, y los llamados revolucionarios vuelven a denunciar que las empresas extranjeras esquilman a sus pueblos.
La novela se lee bastante bien. La narración es ágil aunque existen elementos ajenos a la historia que retardan la acción y de los que el lector puede prescindir; saltárselos sin mas. Es una consecuencia de la moda de escribir novelas gruesas; cuanto más grueso es el libro mejor escritor soy y encima cobro más por el.