Un mal sueño

Las limitaciones de Bernanos como escritor se hacen patentes en esta obra. El autor crea unos personajes más o menos interesantes, pero luego no sabe qué hacer con ellos. A la novela le falta argumento. Lo mejor del autor es el tratamiento psicológico de sus personajes.

Monsieur Ganse es un escritor en decadencia; habla orgullosamente de su obra, pero la mecanógrafa tiene que corregir sus originales. Madame Alfieri, la mecanógrafa, es una mujer misteriosa; viuda de un conde, un aventurero y bon vivant al que se rumorea que ella misma dió muerte, y que ahora está enamorada del secretario de Ganse. Olivier, el secretario, ha llegado a París para abrirse un camino en la vida, pero desprecia a su patrón y éste lo sabe.

Olivier consume drogas y este vicio le ha llevado a endeudarse con los prestamistas. Está convencido de que una anciana tía rica de la cual es único heredero va a morir de un momento a otro, pero la señora es longeva y se resiste a pasar a la otra vida. También es muy económica y pasa a su sobrino una asignación muy escasa. Los sacerdotes, una obsesión para Bernanos, aparecen de forma marginal en la novela.

Este es el único argumento y el final resulta previsible. Podría servir para una novela policíaca (como por ejemplo las del Padre Brown), pero el autor quiere darle un nivel más literario. Bernanos para cada idea necesita escribir un párrafo y así, sobre este argumento mínimo, es capaz de escribir una novela de casi doscientas páginas. De paso también termina con la paciencia del lector. Por si fuera poco el título da a entender que todo ello puede ser sólo un mal sueño. Una lectura prescindible, aunque el editor pretenda que Bernanos es el más grande escritor del siglo XX.