Mientras aguarda su condena, un ex policía escribe la secuencia de los hechos que, a base de obedecer órdenes, le llevaron a la celda donde se encuentra. No es esta propiamente una novela policíaca. Más bien se trata de un estremecedor testimonio de los métodos empleados por un sistema totalitario para deshacerse de quienes se atreven a ejercer oposición a sus ideas y procedimientos.
Edición | Editorial | Páginas | ISBN | Observaciones |
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2007 | Acantilado |
104 |
978-84-96489-85-1 |
Comentarios
El estilo de Kertész es peculiar, como de coloquio, más que de diario, como pretende en este caso. Cómo va sacando el tema y dibujando los personajes es todo menos lineal, de manera que hasta mediado el libro no se sabe bien a donde va. El tema es muy interesante y la impresión que produce es grande. El relato es breve, lo suficiente como para dar unas pinceladas de lo que puede llegar a ocurrir cuando el sistema está por encima del individuo. Es tétrico y sin salida. Sólo una salida: mejor que nunca se den estas circunstancias. Pero se dan, todavía. Una descripción sensual en medio de la narración es absolutamente gratuíta, y por lo tanto sospechosa.
A pesar de su brevedad y de que en algún momento se nota que el relato se escribió en muy poco tiempo, estamos ante una historia de gran intensidad dramática. Para huir de la censura en la Hungría comunista, el autor situó la acción en un país sudamericano no especificado (la novela se publicó en 1975). Poco antes de ser condenado a muerte, un policía recuerda sus trabajos como represor de un sistema totalitario, centrados sobre todo en los interrogatorios a un empresario y a su hijo. Tanto como las palabras tienen gran importancia los silencios, para expresar la angustia de los oprimidos. Relato duro, no podía ser de otro modo, que no nos deja indiferentes, ante el mal y la falta de libertad.