El delicioso recuento de las aventuras arqueológicas de la gran dama de la novela negra, Agatha Christie.
Casada con el prestigioso arqueólogo británico Max Mallowan, Agatha Christie tuvo la oportunidad de recorrer, en los años treinta del pasado siglo, todo Oriente Medio acompañando a su esposo en diversas campañas de excavaciones arqueológicas en Siria e Irak. Como dice la propia autora, esta obra es la respuesta a las innumerables preguntas que sus amistades y conocidos le hacían acerca del tipo de vida que el matrimonio llevaba en esos extraños parajes. Las peripecias y dificultades que este grupo de occidentales afronta estoicamente, al tiempo que la enriquecedora convivencia con los nativos, son narradas por la gran escritora con toda la agudeza propia de la hipercivilizada Gran Bretaña. Glamour, aventuras en escenarios exóticos—que esta autora incorporó en algunas de sus más célebres novelas—, y el insuperable humor inglés se conjugan en este inolvidable fresco del mundo de entreguerras.
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Relato autobiográfico de la
Relato autobiográfico de la escritora Agatha Christie sobre sus viajes a las excavaciones arqueológicas de Siria. La famosa novelista inglesa (1890-1976) conoció en 1930 al joven arqueólogo Max Mallowan, con el que contrajo segundas nupcias a finales de ese mismo año. Aunque ya era una escritora muy conocida, no consideró que su fama fuera obstáculo para compartir el trabajo de su marido y decidió acompañarlo durante varias temporadas en sus excavaciones. Según cuenta su amiga Jacquetta Hawkes en el prólogo de la obra, “Desde el primer momento participó plenamente en las excavaciones de Max en Siria e Irak, soportando incomodidades y buscando el lado divertido de los desastres a que está sujeto todo arqueólogo” (p. 11). Como sus amistades y conocidos le preguntaban con frecuencia por aquella vida tan extraña en tierras lejanas, Agatha Christie decidió escribir este libro, de tono alegre y ligero, para darles cumplida respuesta.
El relato, narrado en primera persona con mucho humor y lleno de apreciaciones personales, comienza con los preparativos del primer viaje y recoge cinco temporadas distintas sobre el terreno. Los trabajos de campo se iniciaron a finales de 1934 con un reconocimiento de diferentes montículos, colinas o tells en las márgenes del río Jabur en el norte de Siria, con el fin de seleccionar el más prometedor para las excavaciones. Max Mallowan evidenció su buen criterio al escoger Chagar Bazar y Tell Brak entre los cincuenta tells examinados, ya que los hallazgos arqueológicos encontrados ampliaron en gran medida el conocimiento actual de la antigua Mesopotamia. De esta forma, se vio cumplido el objetivo de la expedición que era investigar sobre los hititas y, en particular, la dinastía militar de Mitanni.
En conjunto, se trata de una obra amena e interesante para conocer todo tipo de detalles sobre las dificultades de los viajes en aquella época y los estragos del desierto con un frío helador por la noche y un sol abrasador por el día (con más de 52 grados en las tiendas de campaña). De la misma forma, se aportan datos interesantes sobre la relación y la forma de trabajar de los obreros armenios, curdos y árabes; las enfermedades a las que estaban expuestos; los medios de transporte y la alimentación. Además queda patente la complicada labor que realizó la escritora durante esos viajes ayudando en el reconocimiento, fotografía y etiquetado de los hallazgos, así como en la organización doméstica en unas duras condiciones.