Nadie se ha esforzado tanto como Joachim Fest por comprender los rasgos y mecanismos del nazismo. Su ponderado análisis del Tercer Reich, sus biografías de Adolf Hitler y de Albert Speer, así como la magistral descripción de los últimos días vividos en el búnker de Hitler que hace en El hundimiento, cuentan con millones de lectores en todo el mundo. Pero ¿cómo vivió él mismo, nacido en 1926, el nazismo, la guerra y la derrota de Alemania?
Para Joachim Fest —que falleció poco después de terminar este libro—, la profunda tragedia alemana fue la incapacidad de las élites culturales de hacer frente al fascismo. Atípico y conmovedor, este libro recoge la resistencia al régimen nazi de una familia católica alemana desde la profunda convicción moral de su padre, que asumió la pérdida de privilegios y la precariedad por resistirse a las presiones de unirse al partido nazi y a las estructuras del régimen.
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Cuando el novelista Günter Grass reconoció en sus memorias que había colaborado con el nacionalsocialismo, sugiriendo al mismo tiempo que lo habían hecho todos los alemanes de su generación, el historiador Joachim Fest tituló sus memorias de juventud con dos palabras: "Yo no". Destaca en la obra la figura de Joannes Fest, padre del autor, que se negó a colaborar con el nazismo y fue expulsado de la enseñanza. Joannes Fest, comprometido con la República de Weimar, ve ahora a los líderes republicanos desfilar bajo la bandera de la cruz gamada; entonces repite a sus hijos la frase de San Pedro en la Última Cena: "Aun cuando todos te abandonaren, yo no". Tanto Joannes Fest como sus hijos son espíritus independientes, lo que les libra del gregarismo y la defección moral. Cuando Hitler proclama la comunidad nacional alemana Fest padre se enfurece: "Yo no pertenezco a la misma comunidad nacional que un nazi, que un comunista, ni siquiera que un demócrata que se haya rendido al nazismo". El relato se extiende desde la subida de Hitler al poder, en 1933, hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial. En 1945 Joachim Fest ha cumplido 19 años y participado en la guerra; su hermano mayor, Wolfgang, ha muerto en el frente ruso; el pequeño, Wingfried, se salvó de ser fusilado gracias a una huída arriesgada; Joannes, el padre, movilizado a los sesenta años, ha estado prisionero del Ejército Rojo; la familia, como tantas otras, se había quedado sin hogar. Terminada la guerra Joannes Fest se incorpora al Partido Cristiano-Demócrata y rechaza cualquier reconocimiento por haberse opuesto al régimen nazi. No tiene espíritu de revancha, pero se pregunta cómo unos pocos habían podido manipular a tantos. El segundo aspecto a resaltar en este libro es el de la cultura como refugio. Por encargo de su padre Joachim visitaba todos los sábados al doctor Meyer, médico judío que vivía solo; el anciano y el niño toman el té y hablan de literatura. Una vez movilizado, Joachim arrastra sus libros por los campamentos militares. Como historiador que es, el estilo de Fest es sencillo, nada recargado; no omite sin embargo detalles y anécdotas que prestan al libro amenidad e incluso humor. De todas formas el trasfondo de la obra es moral: sobre la valentía y la independencia de espíritu como virtudes cívicas y democráticas.
En estas memorias de sus años de infancia y juventud, Joachim Fest nos ofrece por primera vez una visión íntima de sus vivencias más directas durante esos años oscuros. La temprana prohibición de ejercer la enseñanza que sufrió su padre, su propia expulsión del colegio, su iniciación en el mundo de la ópera berlinesa, sus lecturas durante el servicio militar, o su intento de fuga de un campo de prisioneros americano, son algunos de los episodios protagonizados y narrados en primera persona por un observador nato. Pero sobre todo Fest revela cómo, a pesar de las dificultades, era posible enfrentarse al agobiante acoso ideológico del régimen desde la humildad, la firmeza de principios, la cohesión familiar y la dignidad.