¿Es el yo algo inamovible, o está sujeto al cambio? ¿Es quizás un fluir constante? Imre, superviviente de Auschwitz que vivió el stalinismo y el kadarismo en Hungría, reflexiona . en un viaje existencial a través de varias ciudades europeas – acerca de las transformaciones que necesariamente afectan a las fibras más profundas de la persona. Nos hallamos ante la búsqueda de un yo anterior, perdido, y en el intento de comprensión de los cambios que éste ha padecido tras sus vivencias y sufrimientos, En la obra que hoy presentamos, Kertész nos guía, a través de las grandes voces de la literatura y el pensamiento occidental, por la historicidad del yo desde la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días.
En el libro se abordan temas como la muerte, la ilusión por la vida, la coherencia, los recuerdos. Los recuerdos, dice el autor, son como perros abandonados, vagabundos, nos rodean, nos miran, jadean, aúllan alzando la vista a la luna; querrías ahuyentarlos, pero no se marchan, te lamen ávidamente la mano, y cuando les das la espalda, te muerden…
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¿Es el yo algo inamovible, o está sujeto al cambio? ¿Es quizás un fluir constante? Imre, superviviente de Auschwitz que vivió el stalinismo y el kadarismo en Hungría, reflexiona . en un viaje existencial a través de varias ciudades europeas – acerca de las transformaciones que necesariamente afectan a las fibras más profundas de la persona. Nos hallamos ante la búsqueda de un yo anterior, perdido, y en el intento de comprensión de los cambios que éste ha padecido tras sus vivencias y sufrimientos, En la obra que hoy presentamos, Kertész nos guía, a través de las grandes voces de la literatura y el pensamiento occidental, por la historicidad del yo desde la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días.
En el libro se abordan temas como la muerte, la ilusión por la vida, la coherencia, los recuerdos. Los recuerdos, dice el autor, son como perros abandonados, vagabundos, nos rodean, nos miran, jadean, aúllan alzando la vista a la luna; querrías ahuyentarlos, pero no se marchan, te lamen ávidamente la mano, y cuando les das la espalda, te muerden…