Esta novela supone el nacimiento de una literatura urbana dura, de denuncia, que escoge el estilo impresionista y naturalista para plasmar sus contornos. Maggie, una chica ingenua y de buen corazón, vive en una selva que tiene mucho de infierno junto con sus dos hermanos y sus padres.
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Publicada en 1893 –y revisada en 1896- esta breve novela se inscribe en el interés de Crane por acercarse a los horrores de los barrios bajos de las grandes ciudades y sus fábricas. Supone el nacimiento de una literatura urbana dura, de denuncia, que escoge el estilo impresionista y naturalista para plasmar sus contornos. Maggie, una chica ingenua y de buen corazón, vive en una selva que tiene mucho de infierno junto con sus dos hermanos y sus padres. Estamos en Nueva York a finales del siglo XIX, con todos los problemas sociales que aquejan a las clases pobres: alcoholismo, violencia, prostitución. Los padres de Maggie van casi a paliza mutua diaria, mientras su hermano Jimmie se pelea con sus iguales "a la manera de hacer cuatro mil años", aprendiendo a ser hombre hasta llegar a hacerse "insensible como una vaca africana". Cuando el pequeño Tommie muere, Maggie se pone a trabajar en una impersonal fábrica de camisas y se enamora tontamente de Pete, un bravucón engominado. Acostumbrada a una vida de privaciones e insultos, ve en él la promesa de un mundo nuevo y se entrega totalmente a él. Pete –que no es más que "un pobre imbécil"- la deja plantada a las primeras de cambio y Maggie vuelve a su casa, donde resulta brutalmente rechazada por su madre y su hermano. El fin trágico se avecina: nadie se da cuenta de que esa chica que vaga por las calles con determinación es un "alma que necesita ser salvada". Impresionante documento de la crueldad del incipiente capitalismo salvaje de aquellos años, la historia dura y sin esperanza de Maggie golpea después de un siglo la conciencia del lector con una fuerza impresionante.