Los cuarteles de la memoria

Xuan Bello nos ofrece un viaje literario y personal desde su mirada personal, siempre perpleja y alucinada. El autor nos muestra, ya desde su juventud, el espejo de un mundo que se tambalea, debido a las preguntas de su adolescencia. Un hombre, que como todos, es Ulises y no es nadie: un enigma cuya respuesta es otro enigma
Xuan Bello, periodista y autor de "La memoria del mundu" o "La bola infinita", ambas en bable, reconoció que comenzó a escribir asturiano "para la gente de mi pueblo" en un intento de "dignificar la lengua", a través de un libro en el que "inevitablemente hablo de mí mismo". El mismo ha dicho que le gustaría ser un poeta del siglo XVIII, y reconoce que su mayor ambición literaria es retratar la vida, como fue o "como soñé" y aspirar a inventar la verdad, porque, según recoge en su libro "Historia de Paniceiros", "la vida, mire como se mire, es siempre una mentira más o menos bien contada".

Ahora, en "Los cuarteles de la memoria", esa mirada se adentra por los laberintos de una memoria que para poder explicarse y entenderse acude al cuento breve, a la fábula y a la reflexión lírica. Un árbol narrativo en el que los espacios físicos cobran una importancia evidente, al ser lo único tangible que resta de lo que uno ha venido siendo. Un libro lleno de ventanas que se abren a un paisaje literario cruzado de fantasmas, de sombras, de recuerdos, de intuiciones y lecturas que intentan explicar la angustia y el esplendor de la existencia.

"Los cuarteles de la memoria" está escrito a la manera de un manuscrito hallado en mitad de la conciencia. Tal y como el mismo autor ha escrito en este libro, "toda literatura es, finalmente, crónica de un viaje simbólico. Ulises vuelve a las islas, simbad embarca camino de Trapoana, Bran busca por el mar del norte el país de la eterna juventud, Castaneda -utilizando ciertas sustancias- intentó cruzar las puertas de una región vedada y espiritual. Todos estos viajes, más o menos iniciáticos, más o menos maravillosos, más o menos imposibles, simbolizan la vida humana desde el nacimiento a la muerte, y esconden como clave salvífica, una nostalgia por la aventura y por el regreso que son, si bien se mira, las dos caras de una misma moneda."