La historia es la de un doctor que vende su alma al diablo a cambio de que este satisfaga todos sus deseos. Al final claro, el demonio viene a cobrar su parte y se acaba el invento.El relato original tiene el valor añadido de recoger la tradición sobre cierto prestidigitador de feria que con sus sortilegios y actuaciones alcanzó esa fama. El autor ha sabido ver como ese poder que obtiene va acompañado, en su Doctor Fausto, de una creciente desesperación creyendo que Dios no lo podría perdonar. Detalle importante que, probablemente, sigue reproduciéndose hoy en día y, por ello, conduce a esa constante huida hacia delante con la vana ilusión de eludir el abismo.
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En 1587 se publicó por primera vez un relato sobre Fausto, personaje que a través de Marlowe, Goethe, de forma distinta Thomas Mann, y también en muchos otros autores como Stevenson (“El diablo de la botella”), y por supuesto el cine, se ha convertido en un mito de la literatura moderna y, también, de la conciencia del hombre actual.
En lugar de ensalzar su figura se utiliza como argumento moralizante. Porque la obra, ya en su prólogo está dirigida al buen cristiano que, por supuesto es el protestante. De ahí que se ridiculice al catolicismo, como era habitual en las contiendas de imprenta del siglo XVI.
La tentación fáustica continúa existiendo, sobretodo en el campo científico. Porque el demonio no se deja estorbar para satisfacer caprichos sensualistas. Los de esa clase caen fácilmente en sus redes y no vale la pena llegar a un pacto con ellos. Pero los hay muy curtidos, especialmente puritanos, ascetas del formalismo y sacrificados hasta el extremo que, sin embargo sienten una pasión oculta e insaciable por el conocimiento, que de paso es poder.
La biotecnología es fáustica, lo mismo que la ingeniería genética o parte de la investigación nuclear. Lo mismo en otros campos, y se mueve en esa dirección que señaló Goethe al inicio de su Fausto: “En el principio era la acción”, entendido, lógicamente, como contrapuesto a “En el principio era el Verbo”, del Evangelio de Juan. Justo lo contrario a la contemplación y amor desinteresado a la verdad. Por eso no es raro que este mito se forjara donde había de nacer el capitalismo, ni que suceda a la Edad Media ni que, transformado, haya llegado hasta nosotros.
La Edición de Juan José Solar es espléndida y el lector disfrutará de una lectura amena y divertida, tipo cuento de aventuras por capítulos, como las narraciones de la época.