Una habitación con vistas

Publicada en 1908, Una habitación con vistas es una de las novelas más deliciosas y entrañables de E. M. Forster. Situada entre una Florencia todavía virgen del azote del turismo pero integrada en el "grand tour" de los viajeros europeos y la rígida Inglaterra victoriana. 

La novela desarrolla una historia de amor y sentimientos encontrados en cuyo transcurso Lucy Honeychurch, joven perteneciente a la buena sociedad inglesa, intenta abrir camino a su personalidad superando el obstáculo de las convenciones sociales. En estas páginas, llenas de ironía y sutil humor, Forster despliega una variada y atractiva galería de personajes y sugerentes contrastes que hacen de ella una obra inolvidable.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2005 Alianza
296
Valoración CDL
3
Valoración Socios
3.4
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Lucy Honeychurch (Lucy Dulceiglesia) es una joven inglesa que se abre a la vida a comienzos del siglo XX. Protegida por su circulo familiar, desea tomar sus propias decisiones y abrirse a las nuevas ideas sin prescindir del que se supone debe ser el modo de actuar de una señorita perteneciente a la clase social educada. Los Honeychurch residen en una pequeña parroquia de la comarca de Surrey.

Llega el momento de comprometerse en matrimonio y la joven debe decidir entre Cecil, perteneciente a la clase decadente y ociosa, al que la familia aborrece pero considera adecuado para ella, y George, al que ha conocido en un viaje a Italia, un joven poco refinado, trabajador y psicológicamente desvalido. Lucy está comprometida con Cecil, pero observa que éste la corrige permanentemente, sin permitirla desarrollar su propia personalidad; además la joven guarda un secreto, George la había besado durante su viaje a Italia, lo que la haría indigna de deposar a Cecil por lo que el hecho no debe divulgarse.

Mr. Emerson, padre de George, representa el pensamiento liberal, cercano al nihilismo, de comienzos del siglo: "Mi hijo no es feliz -se lamenta ante Lucy-. Piense en como ha sido criado, libre de todas las supersticiones y la ignorancia que llevan a los hombres a odiar a sus semejantes en nombre de Dios. Con una educación de este tipo creí que estaba destinado a crecer feliz" (pág.32). Palabras como las de Emerson se han repetido a lo largo del siglo XX y aún hoy, pero el resultado ha sido el mismo que el anciano señor señalaba entonces: no ha conseguido que su hijo sea feliz. La prima de Lucy, Charlotte Bartlett, decide que Emerson "no tiene trato social y no sabe callarse lo que piensa" (pág.13), de donde deduce que debe ser socialista [¡qué tiempos en los que ser socialista era una rareza!]; por su parte, el vicario Beebe apunta que "es dificil comprender a la gente que dice la verdad" (pág.13).

"Procedemos del viento -insiste Mr. Emerson- y a él voveremos [también lo pensaba Zapatero]. La vida es un problema, una confusión, una imperfección de la eterna placidez. Amémonos los unos a los otros, trabajemos y disfrutemos. No creo en este valle de lágrimas" (pág.33). "Nuestros nombres desaparecerán -continúa el anciano-, pero nuestro trabajo sobrevivirá" (pág.29). "Sea como usted es", recomienda a Lucy, que se siente prisionera entre el círculo familiar, su prometido Cecil y el pensamiento de cómo debería comportarse una jovencita victoriana.

El mérito de la novela está en su excelente estilo literario, que recuerda a P.G.Woodhouse, Selma Lagerloff en Nils Holgerson, y en español a Jardiel Poncela. El autor es ducho en la pintura de sus personajes y en la construcción de los diálogos, de forma que la obra podría llevarse al teatro, y de hecho se hizo con ella una película. Psicológica, intimista y descriptiva -los pinos que rodean Summer Street-, va creciendo en interés, se desarrolla en una situación de enredo y su final es previsible.

El autor trabaja mucho el papel de la mujer en aquella sociedad, que no deja de ser parecida a la de hoy, y se refiere repetidamente a la igualdad entre mujeres y hombres que con el tiempo acabaría haciéndose realidad. El título hace referencia a las habitaciones que ocupaban en Florencia Lucy y su prima, la señorita Bartlett. Para todos los lectores y todas la edades.