En este libro, continuación de La princesa y los trasgos (Siruela, 1995), la princesa huérfana Irene se ha marchado con su padre el rey para vivir en la corte de Gwyntystorm. Pero allí las cosas no van nada bien. Por su parte, Curdie, ha decidido olvidar de una vez por todas el mundo sobrenatural del pasado. Pero la enigmática gran-más-que-abuela le cuenta que ciertos cortesanos de Gwyntystorm se están convirtiendo en bestias, y le concede el don de adivinar, con tan sólo dar la mano, cuándo una persona es humana o bestia.