Ambientada en Nueva York, en la primera mitad del siglo XX, La Mamma es la historia de Lucía Santa, una joven llegada de Italia a los diez y siete años para contraer matrimonio con un hombre -italiano como ella- al que no conocía. Dos maridos muertos y seis hijos para sacar adelante en un ambiente de pobreza y sacrificio dan contenido al relato.
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El tema de la novela no es específicamente de la mafia o cosas por el estilo que hicieron famoso a su autor. Es éste un buen libro, no contiene dosis altas de acción ni de violencia ni de erotismo que aparecen en otros libros de Puzo y el estilo en el que está magistralmente escrito lo hace sumamente entretenido. A diferencia de los demás libros en éste la protagonista es una mujer y nos cuenta cómo se las arregla para sacar adelante a su familia. Muy recomendable e interesante para iniciarse en la obra de Puzo, tiene muy marcado el estilo que el autor le imprimió a El padrino. Retrata con mucho detalle el choque cultural de los inmigrantes italianos en los Estados Unidos, se detiene mucho en lo cotidiano, y es aquí donde radica su mayor valor. Palabra tras palabra recorremos junto con los protagonistas de la historia todas sus venturas y desventuras. La fragilidad de cada uno de los personajes nos hace estar en permanente tensión, pues de alguna forma deseamos que esa familia encuentre al final el bienestar y la prosperidad que no han tenido durante toda su vida.
El mérito de esta novela está en la reproducción del ambiente italo-americano, en Nueva York, en la primera mitad del siglo pasado. Las costumbres y recuerdos de la vieja patria se hacen presentes en la vida de los inmigrantes. Estos maldicen a sus hijos cuando estos no guardan el respeto en el que sus padres fueron educados; pero el carácter volcánico italiano se sigue manifestando en la nueva generación nacida en América. Sorprende y hace sonreir la facilidad con la que Lucía Santa, exasperada, llama a sus propios hijos "figli de putana". El ambiente en la Décima Avenida es de pobreza compartida, que siempre es menos pobreza. Las desdichas son cíclicas como la doble viudez de Lucía o la muerte de un hijo. Pero élla es la columna de la familia en tanto que los maridos sólo sirven para traer dinero a casa -cuando lo traen- y para hacer hijos. Lucía tiene tres de cada uno de sus maridos. El dibujo de los personajes está hecho con cariño, desde la familiaridad, y la novela resulta entretenida. El autor, por pura honradez o por exigencias del relato, carga las tintas en las dificultades. Cuando al final la familia puede abandonar la Décima Avenida, Lucía Santa llora y dice: "Quería todo esto sí, pero sin tanto sufrimiento, sin tristeza, sin culpabilidad, sin miedo a la muerte, sin temor al día del juicio. Con inocencia". Inocencia que en un italiano es pura utopía; temor al juicio que Lucía no debe tener a pesar de que no va a Misa, en su irritación maldice a Dios y a Jesucristo y no le importa que su marido se haga baptista con tal de que ello suponga una mejora en el trabajo. En la Mamma (1964) se anuncian temas, como el de la Mafia, que Mario Puzo desarrollará en su novela posterior, El Padrino.