Noche de Halloween. Un murciélago con un medallón colgado al cuello vuela alrededor de la casa de Pablo. Poco después, la familia recibe la visita de un extraño pariente que viene de un país lejano: trae una extraña caja repleta de diminutos agujeros y lleva un medallón semejante al del murciélago. Para Pablo está claro: su tío Ernesto es un vampiro... A partir de ahora, Pablo y su hermana Lidia tendrán que vencer sus propios miedos si quieren saber más acerca del inquietante personaje.
Comentarios
El lector se sienta dentro de una escena viva desde la primera línea. La presencia del vampiro es lo que Hitchcock llamaría el macguffin, lo que causa intriga. El lector, desde el comienzo, asiste a la proyección de una película en la que todo se cuenta dentro de una acción.
La vida esconde misterios, peligros y, si sabes buscar, también mucha felicidad.
En el fondo es una reflexión sobre nuestros miedos. Esos miedos que nos hacen distorsionar la realidad y ser menos felices. Pero el autor cree que ni el miedo ni la “pre–ocupación” sirven para nada más que complicarnos la vida. En nosotros está la solución. En nuestro interior reside el mejor juguete que se ha creado. En él están todos los secretos, incluso el de la felicidad.
La visita del vampiro maneja dos historias. Una es la que salta a la vista: la intriga del presunto vampiro, encarnado en el tío Ernesto. La otra es la historia escondida, en la que los niños luchan contra sus miedos y se van conociendo mejor. Poco a poco la historia encubierta se asoma por detrás de la historia evidente.
Es una novela ingeniosamente urdida y rica en distintos niveles de lectura.