La historia comienza: Ensayos sobre literatura

Algunos grandes escritores escriben y vuelven a escribir la primera frase de su libro cientos de veces, y nunca pasan de ahí. Otros desisten y, quizá desesperados, deciden empezar con lo primero que se les ocurre. Comenzar a contar una historia, dice Amos Oz, es como intentar conquistar en un restaurante a una persona totalmente desconocida. En el análisis que hace de los fragmentos iniciales de algunas novelas y relatos breves de Gógol, Kafka, Chéjov, García Márquez o Raymond Carver, así como en sus referencias a otros clásicos de la literatura universal, Amos Oz instruye, desafía, guía y entretiene. Y explora con pasión y gracejo la razón de que el principio sea tan importante como el final, y pone de relieve los párrafos iniciales en los que los autores hacen promesas que tal vez no cumplen, o cumplen de una manera inesperada o bien hacen más de lo prometido. Un juego que atrapa tanto al escritor como al lector.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2007 Siruela
144
9788416638505
Valoración CDL
3
Valoración Socios
3
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El asunto central que La historia comienza nos plantea tiene una larga tradición entre los problemas más acuciantes que los escritores afrontan: el provocativo reto que les lanza “una única y burlona hoja en blanco en medio de un escritorio desierto” (pág. 9) cuando de comenzar una nueva obra se trata. Pero la perspectiva que Oz adopta mira más hacia el lector, que también debe andar especialmente atento en los primeros pasos de su encuentro con el libro porque debe ser él quien ha de comprender correctamente los términos del pacto implícito que el propio texto le está proponiendo.

Desde su triple condición de autor, lector y estudioso de la literatura, Amos Oz ofrece ejemplos concretos para ilustrar lo que desde los años setenta del siglo XX viene siendo una de las tendencias más fructíferas de la teoría literaria, no exenta, con todo, de un cierto grado de abstracción. Me refiero en concreto a la llamada “Estética de la recepción” y dentro de ella a los estudios de Wolfgang Iser sobre el “lector implícito” y el “acto de leer”. Todo texto narrativo es una suma de presencias y de vacíos. El discurso novelístico está compuesto, sin embargo, tanto por lo que contiene explícitamente como por lo que le falta e implícitamente reclama al lector para que con su mente contribuya al éxito de la operación co-creadora que es la lectura. Amos Oz consigue en este libro, por él mismo definido como “un curso lectura lenta”, describir el funcionamiento de ese fascinante proceso por el que los lectores vamos construyendo, paso a paso, nuestras hipótesis interpretativas que el texto, página a página, ratificará o nos obligará a rectificar. En este sentido, es admirable el capítulo más extenso de La historia comienza, dedicado precisamente a La Storia de Elsa Morante, una novela sobrecogedora que trata de la “tragedia de los errores” que culmina en la violación de una judía italiana por un soldado alemán.