Jay Follet muere en accidente de tráfico cuando regresa a casa después de atender una emergencia familiar. Su ausencia marca las vidas de su esposa, Mary, y de sus dos hijos de corta edad, Rufus, y la pequeña Catherine. A través de sus recuerdos, junto a los de otros miembros de la familia, se reconstruye todo el universo que les unía y el vacío que produce su falta. Mary busca refugio en sus profundas creencias religiosas, mientras la pequeña Catherine apenas entiende lo que pasa. En cuanto a Rufus, sobre el que de alguna manera gira gran parte del peso de la trama, la muerte de su padre le genera sentimientos encontrados.