Gracias a buena parte del movimiento feminista la mujer es hoy sujeto de pleno derecho en el mundo occidental. Sin embargo, las políticas de igualdad de género traspasan en muchos aspectos la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres para –no de forma inocente – realizar una nueva y gran revolución social. Es una revolución aparentemente inocua y progresista pero de consecuencias enormes y destructivas al tratar de entender al ser humano y a sus relaciones de una manera distorsionada en muchos aspectos. Mediante un lenguaje ambiguo y una política sexual ha comenzado en nuestra cultura una nueva antropología que está minando el concepto de familia, fundamento básico para cada individuo y de toda sociedad.