María Antonieta: fuera de juego



En la nomenclatura futbolística estar fuera de juego es realizar una acción
completamente inútil, por mucho que uno se mueva, actúe con agilidad, o sea un
verdadero artista.


La reciente película de Coppola sobre María Antonieta,
reina de Francia y degollada, junto con su marido Luis XVI, en los primeros
tiempos de la Revolución francesa refleja muy bien a unos monarcas totalmente
ausentes de la realidad que ocurría a su alrededor.


Se cuenta la famosa anécdota de la conversación entre el
Rey y su Mariscal de Campo el 14 de julio de 1789: ¿ha terminado ya la revuelta? Pregunta el Rey. Su Majestad, contesta el Mariscal, esto no es una revuelta, es una Revolución.


Los Estados Generales habían tomado el poder realizando
uno de los cambios más profundos de la Historia, cuyos efectos todavía
percibimos. Es el fin del Antiguo Régimen y la aparición de un nuevo modo de
plantear la sociedad y la convivencia entre los hombres.


La figura de la reina
María
Antonieta es paradigmática. Primero, desde 1770, durante siete
años, hasta que queda embarazada es un ejemplo de una mujer que sólo piensa en
divertirse. Música, ropa, comidas, fiestas, rezos. Con una inmensa superficialidad,
va desarrollando su entera existencia, en la burbuja de la Corte de Versalles.


Después vendrán los cuatro hijos y su dedicación a ellos.
Comienza a darse un ligero cambio en la vida de
la Reina. Pero ya ha cristalizado en un modo de actuar y de
vivir. Y, sobre todo, ha quedado un la memoria del pueblo una imagen de sus
reyes, que con las ideas revolucionarias harán el resto.


Lo que es claro es que tantos años encerrada en un
pequeño mundo, le llevaría a ignorar lo que sucedía fuera de su burbuja. La
condena por un turbio asunto de unas joyas, pudo ser una señal de aviso. Ya no
estaba el pueblo, ni sus dirigentes para cuentos de hadas.


Es curioso pero hay, hoy día, gran número de personas que
viven al margen de la vida política, de los problemas reales del pensamiento y
de la cultura: de los verdaderos problemas. Encerrados en su dulce quehacer,
parecen también construir su pequeño cuento de hadas. Eso sí no hay guillotinas
en
la zona. Pero
andan fuera de juego, ni desarrollan sus talentos, ni sacan lo mejor de sí
mismos, ni se entregan a los demás, ni tienen visión amplia de su misión en
este mundo. Lástima de vidas, porque vivir mediocremente es dilapidar el tesoro
de la vida que Dios puso en sus manos para desarrollarla y dejar frutos y
frutos duraderos.



José Carlos Martín de la Hoz



Para leer más:



Stefan Zweig, "María Antonieta",
Nuevas ediciones de Bolsillo 2005


http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=3798