La novela total

 

Cuando me piden consejo sobre qué leer, a veces siento la

tentación de decir solo un título. Dime, por favor, el

título de una novela histórica, mejor de amor, no, no, mejor que

haga pensar o mejor aún, de aventuras, guerras y pasiones alocadas. Esa

respuesta que nunca digo y que tengo en la punta de la lengua es siempre la

misma: léete
href="http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=1764">Guerra y Paz
.

Leer a Tólstoy es una gran experiencia como lector. Leer
style='mso-bidi-font-style:normal'>Guerra y Paz es una gran experiencia, me

atrevería a calificarla de vital. Es una novela total.

 

Los americanos tienen un pequeño complejo literario que les lleva a

escribir novelones inmensos, complejos y apasionados. Es lo que ellos llaman la

búsqueda de la gran novela americana. Por muchas novelas, algunas muy

buenas, que se han escrito en los Estados Unidos, todavía ninguna es la

referencia que identifique al país. Lo que buscan viene a ser eso que

nos pasa a nosotros con
href="http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=686">El Quijote
,

ya saben, España y los españoles, igual a Quijote.

 

Esa pasión por encontrar la gran novela me parece una aventura

extraordinaria a la que animo a los estadounidenses a intentar conseguir,

porque todos ganaremos cuando exista. A mi juicio, los rusos lo han conseguido

con Tólstoy. Al contrario de lo que sucede con Dostoievsky, donde sus

novelas se basan en una tesis más concreta, Tólstoy tiende a ver

el mundo en su totalidad. Una gran novela de tesis es su otra maravilla,
style='mso-bidi-font-style:normal'>
href="http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=920">Anna Karenina,

en la que a pesar de hablar del adulterio como tema principal, no puede evitar

hablar de los fenómenos que rodean a los personajes y que dejan

circundado al lector por los múltiples factores que determinan un

ambiente social.

 

Salvando las discrepancias que otros lectores puedan tener sobre sus

apreciaciones sobre Tólstoy y sin querer entrar en discusiones

literarias, quisiera admirarme ante ese selecto grupo de escritores que han

sabido plasmar en sus novelas ese sentido total de la realidad.

 

En la actualidad, tal vez por razones comerciales, se escriben novelas

breves, concisas en recursos y en ideas. Una idea, una novela, a veces buena y

otras regular. El escritor que tiende a escribir grandes novelas, como a mi

juicio le pasa a mi admirado Juan Manuel de Prada, le falta ese sentido de la

totalidad tan clásico y que da entidad a una narración. Lo

conseguirá en el futuro.

 

Por su parte, los lectores nos acostumbramos a unos ritmos narrativos

rápidos, incluso cinematográficos que ya Valle Inclán intuía

y defendía. El lector va a ver lo que ve un personaje, con los matices que

el escritor quiere que vea, pero no es menos cierto que la contemplación

de los hechos, pasiones o sentimientos cobran una dimensión distinta

cuando el lector penetra en ellos poco a poco, sin impresionismos ni golpes de

efecto, sino con el peso propio de la narración pausada. Esa

deglución sosegada de la realidad que nos lleva a la

contemplación estética está prácticamente ausente

de la literatura contemporánea.

 

Con todo esto no trato de convencer a nadie de que los escritores “de

antes” son mejores que los contemporáneos. Pero permítaseme

desafiar al lector, especialmente a los jóvenes con cierto bagaje, con

la lectura de los maestros de la novela clásica, esos narradores que les

enfrentarán a otro mundo, el mundo de la contemplación literaria

total.

 

 

Carlos Segade

Profesor del Centro Universtario Vilanueva