Las familias franquistas



            En los años sesenta y comienzos de los setenta se hablaba
mucho en los medios de comunicación de las familias franquistas. El tema era
recurrente, y cobraba especial acento en las crisis de gobierno. Entonces las
cábalas eran infinitas hasta cuadrar a cada ministro en una familia o
subfamilia, para terminar diciendo que Franco había logrado equilibrarlas en el
reparto del poder.


            Mientras tanto, la vida seguía su curso sobre todo para
los profesionales y los trabajadores en general, que durante los años cincuenta
vivían al margen de la política, en los sesenta a pesar de la política y en los
setenta tomaron el poder e hicieron la Transición.


            La historia reciente de la Iglesia necesita, al igual que
la historia civil, perspectiva y documentos. A la vez, son muy importantes los
guías para adentrarse en el exceso de información y poder interpretarla. De
ahí, que los primeros resultados de esa investigación histórica, deban tomarse
con precaución, pues todavía faltan muchos de los elementos señalados. Todo ese
material necesitará, finalmente, ser cribado con las fuentes autenticadas y
entonces, con la necesaria perspectiva, podrá ser analizado.


            Es curioso como algunos historiadores a la hora de
describir la vida política, cultural y religiosa de esa época vuelven a caer en
los mismos errores de entonces. El General, como es bien sabido, era
anticomunista, antimasón y sobre todo, antiliberal. No le interesaban ni los
partidos políticos, ni los grupos políticos. Se sentía vencedor de una guerra y
huía de todo lo que, según su parecer, hubiera podido contribuir a ella. Desde
luego eliminaba grupos de presión. Por eso se apoyaba en determinadas personas
por su patriotismo, sus  cualidades
humanas y profesionalidad.  Evidentemente,
si formaban un grupo o pudieran tenerlo detrás eran sencillamente eliminadas de
su política.


            En la obra que acaba de escribir el Prof. Sánchez Herrero
hay muchos puntos positivos, sobre todo en las edades medieval y moderna que
son su especialidad, así como en lo referente a la religiosidad popular de la
que es un maestro. Pero también hay que señalar que para la edad contemporánea
se ha dejado embaucar por la dinámica de grupos de la que hacíamos referencia,
al comienzo de estas líneas. Así escribe Sánchez Herrero: "La ayuda de la
Iglesia, además de ser masiva, se concretó en ciertos grupos –no siempre los
mismos- que formaron parte de sus gobiernos, primero lo sería
la Acción Católica, después la democracia cristiana, finalmente el Opus Dei" (p.414).


            Desde luego, como esquema, le sirve para organizar sus
ideas, pero sencillamente es falso. Los españoles trabajaron mucho para sacar
el país del desastre de la guerra civil y unos pocos hicieron política. Y,
desde luego, Franco se apoyó en quien quiso, mientras le resultara útil,
después, sencillamente, lo despedía, o le mandaba el motorista con su cese. El
autor da muestras de haber leído mucho sobre el Opus Dei, lástima que las
afirmaciones que hace sobre su espíritu (pp. 434-435), no las haya aplicado
correctamente: el Opus Dei no intervino en política, ni sus miembros eran
elegidos por pertenecer a esa institución, ni cesados por ello.


           


José Carlos Martín de la Hoz


 


José Sánchez Herrero, Historia de la Iglesia en España y América, ed.
Sílex, Madrid 2008, 475 pp.