El famoso historiador navarro Lacarra en un trabajo titulado
"Una aparición de ultratumba en Estella" describía el milagro operado en
tierras de Estella en el siglo XII.
En síntesis, los hechos fueron los siguientes: una noche estando
el noble navarro Pedro Engelberto sentado junto al fuego, se le apareció un
hombre. Al preguntarle quien era, le contestó que era su siervo Sancho
fallecido tiempo atrás. Su alma estaba salvada pues se había arrepentido de sus
pecados en el momento de la muerte, pero estaba retenida en el purgatorio pues
había robado unos ornamentos sagrados. Le pedía que le recordase a la Señora de
la casa, que le pagase los ocho sueldos que le debía en Misas como sufragio por
su alma. Efectivamente Engelberto cumplió su misión y añadió alguna cantidad
más. Impresionado por el hecho, Engelberto, a la muerte de su mujer, se retiró
al Monasterio de Nájera que estaba bajo la obediencia de los monjes de la
Abadía francesa de Cluny.
Pedro el Venerable (1122-1156), Abad de Cluny vino a
España en 1141 para renovar las donaciones del rey de Castilla, Alfonso VI, a la órden. Se entrevistó con Alfonso VII en San Pedro de
Cardeña y se confirmó que proseguiría la donación de 2.000 monedas de oro. Pedro el Venerable, de
regreso a Francia, visitó Estella y acudió al monasterio de Nájera, donde
estaba retirado Engelberto para escuchar de primera mano la narración de los
hechos.
El profesor Lacarra estudió el tratado de los milagros de
Pedro el Venerable, especialmente el capítulo
en que Pedro el Venerable trascribe su conversación con Engelberto, y comprobó que
los datos que aportaba el abad de Cluny coinciden exactamente con los
documentos de la época.
Es interesante que de todos los milagros narrados por
Pedro el Venerable en su extenso tratado, el de Estella resulta
ser el más documentado, quizás porque sea el más lejano, también por no
desvelar nombres.
También es una muestra del objetivo que Pedro el Venerable se había
propuesto: la conversión de sus monjes y la renovación espiritual decaída tras los
inicios con San Odón y San Hugo.
Para la historia de España este hecho muestra la importancia de la
corriente de espiritualidad de Cluny en nuestra tierra. En el siglo XI Sancho
Ramírez (1063-1094), los llamó para renovar los monasterios de San Juan de la
Peña, San Victoria de San Juan y San Juan de Coarro. Uno
de ellos, el abad Paterno, trajo a los cluniacenses a San Millán de la Cogolla. De aquí pasaron a los monasterios de Oña, Irache, Leyre y San
Victorián de Asán. Alfonso VI los hizo venir a otras zonas de Castilla y los
instaló en Carrión, Dueñas, Nájera y Sahagún; igualmente lo hacicieron en los
catalanes de Ripoll y Camprodón. Desde
Cluny se impulsó la ruta de Santiago y trajeron el Románico.
José Carlos Martín de la Hoz
José SÁNCHEZ HERRERO, Historia de la
Iglesia. II: Edad Media, colección
Sapientia fidei. Serie de Manuales de
Teología, ed.BAC, Madrid 2006