El
estilo de Runciman es inconfundible. La sobriedad de
los hechos narrados, el modo de enmarcarlos, la concisión y rigor
documental. Todo ello hacen de esta obra una joya de
la literatura y de la historia.
Evidentemente,
tal como trabaja Runciman, no estamos ante un trabajo
de archivo, con fuentes documentales de primera mano. Más bien se trata
de un ensayo histórico: una historia sopesada, que parte de la
investigación publicada y que la hace accesible. En cualquier caso, es
una obra que aporta sugerentes ideas y certeros análisis.
Hay
mucho pensamiento detrás de los hechos narrados en este trabajo y un
gran esfuerzo por entrar en la mentalidad de la época. Así
cuando Carlos de Anjou sufrió la
pérdida de una parte capital de su reino, Palermo y con ella Sicilia
exclamó: “Fueron el levantamiento de Mesina y la destrucción
de su flota allí los que hicieron darse cuenta a Carlos de la seriedad
de la Rebelión: Señor Dios -exclamó-,
puesto que es tu voluntad aniquilar mi fortuna, concédeme al
menos ir cayendo poco a poco” (p.330).
En
el trasfondo del trabajo hay muchas páginas dedicadas a las relaciones
entre el Papa y el Emperador. En el caso de Inocencio III y Federico II, señala
Runciman: “Al chocar con el emperador, el Papa
dividió la única fuerza centrípeta de la época,
dando en cambio su apoyo a la principal fuerza centrífuga, el naciente
espíritu nacional, que iba a ser mucho peor para el proyecto de un
papado ecuménico” (p.412).
Siguiendo
el denso hilo argumental y el rigor de la narración, Runciman
apunta una de las causas de la Reforma protestante sucedida tres siglos
después: “Cuando el poder de Carlos fue destruido en las
Vísperas de Palermo, los papas ya estaban demasiado comprometidos. Esta
historia condujo a la ofensa sufrida por el Santo Padre en Anagni,
a la cautividad babilónica de Avignon y, a
través del cisma y el desengaño, a los problemas de la Reforma”
(p.420).
La
lectura de este trabajo recuerda uno de los muchos momentos de la historia de
los Estados Pontificios y el difícil equilibrio para el papado de gobernar
espiritualmente la Iglesia universal y ser señor temporal de unos
estados que le protegían y que le enredaban en una política
terrena de alianzas que entorpecían a la larga su misión
espiritual. Ahora todo está claro, pero el camino fue largo.
José
Carlos Martín de la Hoz
Steven RUNCIMAN, Las
Vísperas sicilianas, ed. Reino de Redonda, Barcelona 2009, 483
pp.
José ORLANDIS, El Pontificado
Romano en la historia, ed. Palabra, Madrid 1997.