Con este sugerente titulo, el Prof. Serafín Fanjul,
catedrático de literatura árabe nos ofrece una versión de la presencia del
Islam en España bien ajustada a la realidad histórica. Uno a uno, se van
señalando a lo largo de estas páginas los errores y manipulaciones históricas
que actualmente circulan en nuestra cultura. Repasemos las más importantes.
En primer lugar el mito de que España ha sido el único
país en el que el Islam ha sido derrotado: "La Península Ibérica
no fue la única tierra de confrontación, de avance y afianzamiento primero y
retroceso después del islam desde su aparición: Sicilia, Bulgaria, Grecia,
Yugoslavia, la India." (p.3).
Seguidamente, el Prof. Fanjul se detiene en la cuestión
de la identidad española: "Nuestro país se distingue, entre otras
características poco envidiables, por un morboso empeño permanente de puesta en
cuestión de su propia identidad, en especial desde mediados del siglo XVI,
cuando la decadencia política exterior y la económica interna instalaron en la
sociedad española el pesimismo escéptico y la falta de confianza en los
gobernantes y en sí misma" (p.194).
Respecto a la realidad histórica señala: "Al-Ándalus, en
el transcurso del tiempo, se fue arabizando y ese proceso de adscripción profunda
a la sociedad y cultura islámicas corrió parejo con la disminución de su
espacio físico por el avance de la Reconquista, se concentró, hasta llegar en la etapa granadina final (dos siglos y
medio) a una identidad monocultural de religión única
y excluyente" (p.195).
Lógicamente, se detiene Fanjul sobre el mito de la España
de las tres culturas en perfecta armonía: "La arabización-islamización del país
se produjo con los medios de coerción habituales en la época: la presión
tributaria, las prohibiciones y persecuciones esporádicas, la imposición de
normas de convivencia en que las minorías sometidas sufrían situaciones que
rebasaban la mera incomodidad (por decirlo suavemente) y la lenta inmigración
de árabes orientales poseedores de la cultura en gestación y desarrollo en
Bagdad, Ispahán, o El Cairo" (p.200). Y respecto a la segregación de los
cristianos y judíos: los dimmies: "Durante el reinado
del califa abbasí al-Mutawakkil
(mediados del siglo XI) ya se daban en Oriente restricciones indumentarias para
los dimmies, junto a las de manifestación pública de
su fe o la construcción de templos nuevos" (p.205).
Evidentemente, después de tantas exageraciones como se
afirman acerca del paraíso del Islam en España, Fanjul afirma: "Al-Ándalus es
uno de los principales astros de irradiación y atracción entre las imágenes
idealizadas o míticas que sobre nosotros circulan por el mundo" (p.215). Y,
poco después, añade: "Si al-Ándalus aparece como una Arcadia feliz, su
desaparición demostraría no sólo la injusticia de España sino su necedad al
dejar perder tal joya" (p.219).
Estas son la últimas palabras
del libro: "Nunca existió el Buen Salvaje, en al-Ándalus tampoco, y aunque el
Islam lo perdió jamás fue paraíso de ningún género. Y si los musulmanes de
Hispania cometieron pecados que debían expiar es materia para la reflexión de
sus correligionarios de hoy, que no descendientes. Reflexionen, pues, y no nos
involucren en sus frustraciones y fracasos: suyos son en primer término"
(p.252).
José Carlos Martín de la Hoz
Serafín FANJUL, La quimera de
al-Ándalus, ed. Siglo XXI, Madrid 2006, 271 pp.