Iglesia primitiva



El eminente exegeta español Rafael Aguirre ha publicado
un valiente trabajo entorno a la Iglesia primitiva. En él busca una
aproximación sociológica a los primeros textos cristianos. Ya desde el comienzo
el autor resalta: "No pretendo hacer apologética, como si la historia sirviese
para justificar teológicamente una determinada forma de cristianismo. Pero
tampoco tengo el propósito contrario: deslegitimar la Iglesia actual como
tergiversación de los orígenes de Jesús. Estos contrapuestos propósitos animan
y perjudican muy frecuentemente los estudios del cristianismo primitivo"
(p.10).


En cualquier caso Aguirre subraya que los textos sagrados
fueron recibidos por la Iglesia y leídos en ella como alimento espiritual y
litúrgico: "El establecimiento del canon fue una decisión explicable y
necesaria social y teológicamente por la cual la Iglesia se reconocía en unos
determinados escritos y se dejaba interpelar normativamente por ellos. Fue una
decisión muy instructiva por su magnitud, ya que, a diferencia de los cánones
sectarios, siempre más exclusivistas, en el canon bíblico destaca la pluralidad
de líneas cristianas admitidas" (p.14).


Respecto a la cuestión del Cristo histórico y el Cristo
de la fe, señala con claridad: "Creo que, en buena medida, la confusión y el
callejón sin salida a que ha llegado la investigación sobre el Jesús histórico
se debe a un anacronismo metodológico. Hay que tener
en cuenta que el problema se ha planteado en un contexto teológico, dirigido
por preocupaciones de esta naturaleza y, con frecuencia, por estudiosos con más
preparación teológica que histórica" (p.28).


De todas formas, Aguirre señala que el conocimiento de la
época y del entorno son importantes: "Teológicamente hay que decir que, si Dios
se revela históricamente y comunitariamente, lo hará respetando las leyes y
normas de la comunicación y del comportamiento colectivo y, por eso, con la
misma necesidad que se admiten los estudios lingüísticos en la Biblia hay que
admitir los sociológicos sobre Israel, sobre el movimiento de Jesús y sobre las
primeras comunidades cristianas" (p.31).


Así, termina afirmando con rotundidad: "Se tergiversa la
relación religiosa cuando se presenta un Jesús lejano e insólito, a quien se
puede implorar, pero al que no se puede seguir. Es un peligro constante
pretender afirmar la divinidad a costa de la humanidad, que es siempre concreta
y limitada. Pero la encarnación hay que tomarla en serio también
metodológicamente. Es necesario situar a Jesús sólidamente en su tiempo y en su
pueblo, relacionarle con los factores sociales reales" (p.53). Y, un poco más
adelante: "No es aceptable una consideración de Jesús desarraigada, poco
realista, que no atiende al mundo en que vive y que es el humus de su lenguaje,
de su experiencia y de su proyecto" (p.57). Como resaltó Benedicto XVI en su
trabajo sobre Jesús de Nazaret, los cristianos de todos los tiempos han hecho
oración; han hablado personalmente con Jesús de Nazaret.


 


José Carlos Martín de la Hoz


 


Rafael AGUIRRE, Del movimiento de Jesús a la Iglesia
cristiana
, Ed. Verbo divino, Estella (Navarra)
2009, 243 pp.